Queridas lectoras, vengo a compartir una reflexión que apareció en mi cabecita hace unas semanas para conocer distintos puntos de vista y, con un poco de suerte, encontrar algo de sentido común.

El puente de octubre me fui de “mini-vacaciones” a mi ciudad natal para ver a mi familia y ya de paso cenar con algunos amigos y amigas de toda la vida. La cena se alargó un poco y acabamos de fiesta en un bar dándolo todo y bebiendo chupitos de Jäger como si fuese la única bebida en La Tierra. Entre chupito y chupito vi a un chico que me pareció monísimo y empecé a hacer ojitos con él.

Pasan las horas y cuando el bar enciende las luces (es decir, cuando sutilmente nos dicen que nos vayamos a nuestra puta casa), veo que el chaval me mira, sonríe, yo sonrío, se acerca, pongo cara de “cómeme los morros” y nos empezamos a enrollar. Como había una química bestial me invita a su casa y oye, yo digo SÍ. Me despido de mis coleguis, él de los suyos y nos vamos. El sexo fue brutal y a la mañana siguiente repetimos y yo me fui para mi casa más contenta que unas castañuelas. ¿Qué tiene esto de malo? Pues para mí nada.

El problema llega cuando entró en casa, enciendo el móvil y leo el grupo de WhatsApp de los amigos. Se había montado un debate de la leche a mi costa. Estaba flipando lo más grande con algunas perlas como las que os diré a continuación:

  • “Irse con un desconocido es peligroso”. ¿Y quién te dice a ti que tu ligue de Tinder no tiene a su madre en el congelador muerta? Vamos a ver, que yo no estoy buscando un marido, sólo un polvazo. Más peligrosos son los tíos que te engatusan, te controlan, vigilan lo que te pones, con quién hablas y lo que haces, y fíjate tú que esos de desconocidos tienen poco.
  • “Es que a mí una tía que se va con un tío con el que ni ha hablado me parece fácil”. Fácil habría sido darte un tortazo de pequeño, pero nadie lo hizo y ahora dices tonterías.
  • “Luego pediréis que os respeten.” ¿Qué tiene que ver el respeto con lo que abro o dejo de abrir las piernas? Pregunto.

Eso sí, del tío en cuestión no dijeron NI MÚ. Y oye, que en el grupo hay más de una persona que se declara abiertamente feminista, pero tampoco abrieron la boca. Así que nada, respiré hondo, me bebí un Cola Cao, y respondí lo único que podía responder ante tantos argumentos machistas y estúpidos:

“Cómo se nota que vosotros hoy no habéis follado.”

Autora: Ana Katana.