Aquí todas vamos de muy modernas hasta que llega el momento de serlo de verdad, hasta que aparece el instante en el que realmente hay que romper tabúes, en el que te tienes que replantear un poco todo lo que conocías hasta el momento y saber si realmente estás preparada para dar el paso hacia lo desconocido. 

Efectivamente, hablo del santísimo ano de tu pareja. 

Porque sí, parece que que nos metan un dedillo juguetón por nuestra puerta de atrás es algo asumible, que nos practiquen sexo anal es algo que ya casi no nos escandaliza, ¿¡pero ser nosotras las que demos por detrás a nuestra pareja?! Dios nos salve de ser tan terribles pecadoras. 

Yo soy la primera que se tira la piedra contra su propio tejado, porque no sabéis el currazo de deconstrucción que tuve que hacer para adentrarme en el Abismo de Helm de mi churri. Me lo pidió vergonzoso, a media voz, al borde del cortocircuito cerebral: ‘¿a ti te importaría juguetear un poco con mi culo?’

Tardé en asumir, os lo digo muy en serio. No sabía si quería que le masajeara las nalgas, que me marcara un Mayu-Maná en sus glúteos o que le pintara algo en el ojete como hacen las embarazadas con sus barrigas. Pero no, nada de eso, mi novio quería que introdujera objetos varios en su recto y eso casi nos cuesta la separación.

Podéis llamarme exagerada, pero es que NO me lo tomé NADA bien. Lo primero fue un enorme QUÉ ASCO en mi cerebro, después se vinieron a mi mente las imágenes de yo practicándolo y la repulsión no fue menor, tras eso ya llegó el momento de San Google y ya muchos días de preparación psicológica. 

¿Y todo eso para qué? Pues para descubrir que me puto flipa empotrar a mi chico, que las mejores mamadas se las hago mientras le meto un dedo en el culo y que hemos encontrado un mundo entero que nos hace felices, disfrutones y reyes de nuestra cama. 

¿Lo que más me jode? Pues que no podamos hablarlo con naturalidad, yo la primera. Alguna vez he intentado soltarlo cuando estoy de cervezas con mis amigas y me desinflo, me vengo abajo, me cago y no lo digo. 

Que luego lo pienso y es como ¡¡ni que estuviera haciendo nada malo!! Pero bueno, vamos por el buen camino, al menos algunas ya nos atrevemos a explorar la sexualidad en todas las direcciones, poco a poco podremos incluirlo en las conversaciones de bar y en menos que canta un gallo empotraremos a nuestros novios igual o mejor que ellos nos empotran a nosotras. 

¿Moraleja? Dejemos de hacer un tabú que la que dé por detrás seas tú.

 

 

 

Ilustración de Mi Outspoken para WLS