Esta es la segunda pregunta que más me hacen mis pacientes y seguidores en redes sociales (la primera es “¿soy normal?”), y es que hay muchísimas mujeres que son capaces de tener orgasmos solas pero no acompañadas. ¿Por qué ocurre esto?
Veamos los motivos uno a uno.
LA SEXUALIDAD FEMENINA NO IMPORTA:
Nunca ha importado. Bueno, quizás en la antigua Grecia un poco, pero desde la entrada en la edad media con el modelo de sexualidad moralista, las mujeres hemos quedado siempre relegadas a un segundo plano. Y cuando digo siempre, es siempre hasta los años 60, donde por fin dos individuos llamados William Masters y Virginia Johnson, decidieron ir contra viento y marea y pasarse los comentarios de la sociedad por el arco del triunfo para estudiar la sexualidad femenina a través de experimentos realizados con prostitutas, que fueron las únicas que se prestaron a tales barbaridades y herejías para la época. Vivan las putas, joder.
Bueno, el caso es que como nuestro concepto de sexualidad viene heredado de este modelo judeo-cristiano en el que la sexualidad en la mujer sólo sirve para quedarse embarazada, estos ideales moralistas cargados de tintes machistas los seguimos teniendo arraigados y hacen mucho daño incluso cuando intentamos cambiar nuestro concepto. El miedo inconsciente a ser un poco más receptivas al placer se refleja en las relaciones en pareja.
MODELO DE SEXUALIDAD BASADO EN LA PENETRACIÓN:
Por una parte el placer masculino se basa principalmente en el mete-saca, osease, la penetración. Y por otra parte tenemos el increíble y sorprendente dato de que sólo el 20% de las mujeres que mantienen relaciones sexuales llegan al orgasmo a través de la penetración.
Blanco y en botella: SEÑOROS, PARFAVAR, que sí, que meterla da gustico y a nosotras también nos mola, pero hay más prácticas igual de placenteras que nos acercan un poquito más al orgasmo, como por ejemplo, estimular el clítoris, que es único órgano del ser humano destinado al placer. Ojo, que su estimulación se puede combinar incluso con otras prácticas.
PREOCUPACIONES:
El estrés del día a día pasa factura y luego se refleja en la cama. Es imposible que no afecte. Si te relajas un poquito más en el día a día, disfrutarás más de tus relaciones porque lograrás permanecer más relajada y eso te ayudará a concentrarte más en disfrutar el momento.
CANSANCIO:
El ‘cuándo’ en las relaciones sexuales en pareja también es importante. No es lo mismo hacerlo un martes después de haber dormido sólo 6 horas, haber pasado 12 horas trabajando, medio día cuidando de los niños, haciendo la comida y gestionando la comunidad de vecinos, que hacerlo un sábado o un domingo, tras dormir un poco más y tener la mayor parte del día libre. Por eso es importante organizar los encuentros aunque parezca artificial. Lo más importante es que el cerebro asocie las relaciones sexuales como algo agradable, no como un suplicio. Además, los quéhaceres no ayudan nada a centrar la cabeza en el placer del momento.
NO COMUNICAR:
No existe persona inexperta si no persona que no comunica. Bueno, creo que esto a estas alturas está más que claro. Si dejas la responsabilidad de tu orgasmo en las manos de tu pareja, es muy poco probable que tengas uno. La responsabilidad de tu placer es tuya, de nadie más.
A veces no hace falta ni hablar, la comunicación no verbal se puede encargar perfectamente de ello: gestos, sonidos, miradas, etc.
NO CENTRARTE:
Si no fluyes en el encuentro es muy probable que el orgasmo no aparezca. Pasa al siguiente punto para descubrir por qué.
PENSAR EN TENER UN ORGASMO:
La cabeza funciona como le da la gana, eso es así. Tiene sus leyes, sí, pero al final va un poco a su bola. Cuanto más pienses en el orgasmo, menos va a aparecer. ¿Por qué? Porque el orgasmo no es un proceso voluntario, aparece cuando tiene que aparecer y se la suda bastante que tú quieras más o menos que aparezca. Es algo así como si lo comparáramos con el latido del corazón: tú no le puedes decir a tu corazón “Venga, late ahora. Ahora no jajaja, me parto”. No, eso no se puede hacer. El corazón late cuando tiene que latir porque es un proceso involuntario y autónomo, pues el orgasmo igual. El truco para que aparezca es ignorar la meta y centrarte en lo que estás haciendo en ese momento.
TÚ SABES LO QUE TE GUSTA, CÓMO TE GUSTA, CUÁNDO Y POR QUÉ:
Masturbarte a solas nunca va a ser lo mismo que hacerlo con tu pareja. A solas sabes y conoces todos los detalles de lo que te gusta, cuándo y cómo. Es cuestión de dejarte llevar por lo que te pide el cuerpo, sin embargo en pareja el proceso es más largo porque en medio debe haber comunicación y entendimiento. Por ello, hay que dejar claro que son situaciones distintas y que nunca va a ser lo mismo. Lo bueno es que el objetivo realmente no tiene por qué ser el mismo, con que disfrutes en ambas situaciones y obtengas los beneficios de las dos, es más que suficiente.
ANSIEDAD ANTE EL ENCUENTRO:
A veces las ganas de tener un orgasmo superan las de disfrutar un encuentro (porque recordemos que disfrute no tiene por qué equivaler a orgasmo). Esto genera lo que los psicólogos-sexólogos llamamos ansiedad anticipatoria, una emoción que surge tras construir unas expectativas de futuro; a raíz de esta construcción la persona genera dudas y preocupación ante la incertidumbre de no conocer el desenlace real. La ansiedad es el enemigo número uno de las relaciones sexuales.
FINGES:
Si finges tu pareja nunca va a saber qué te gusta en realidad. Si tu pareja no sabe qué te gusta nunca vas a obtener placer de tus relaciones en pareja…
De cualquier manera, conseguir el orgasmo en solitario facilita la llegada del orgasmo en pareja. Así que dale a las manitas (o a los vibradores), que todo llega, amiga.
Autora: María Esclapez Cartagena. Psicóloga, Sexóloga y Terapeuta de Parejas.
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