Igual que dicen que todo el mundo tiene un precio, yo os digo que todo el mundo tiene un punto en que pierde la paciencia. Por muy zen que seas, por mucho que seas un master del universo en «me entra por un oído y me sale por el otro», hay veces que una ya no puede más. Y sí, digo una porque, si te paras a pensarlo, el escrutinio al que nos vemos sometidas las mujeres DIARIAMENTE y en cualquier situación es absolutamente aterrador. Y así es como Jennifer Aniston después de más de 20 años de ser el objetivo de juicio favorito de la prensa, ha estallado.
Qué buenos ratos nos ha dado la Jennifer: «que a ver cuándo te casas», «que se ha casado con Brad Pitt«, «que le han puesto los cuernos», «porque claro como no le ha dado hijos«, «que a ver cuando vuelves a encontrar novio», «que a ver si este consigues pillarlo y casarte», «uy, que mala cara tiene, seguro que se han separado», «¿y para cuando tendréis hijos?». ¿EN SERIO? Lo raro es que nuestra querida Rachel no haya cogido aún una AK47 para no dejar títere sin cabeza (literalmente). Suficiente paciencia a tenido, pero ya no más. Jennifer está hasta el coño y así mismo lo dice en el Huffington Post.
De todos es sabido que la época veraniega es famosa por sus noticias «de relleno», que todo el mundo se va de vacaciones y casi no pasa nada, y claro, los periodistas no tienen que escribir. Así que se inventan cosas sobre Jennifer Aniston. Pues no. Resulta que esto es así todo el año. Da igual si hace meses que no tenemos gobierno en nuestro país, si Gran Bretaña deja la Unión Europea o si en Estados Unidos los policías se lían a tiros con los negros cada dos por tres. Saber si Jennifer Aniston está embarazada o si Sara Carbonero lleva faja después de haber parido es MUCHO MÁS IMPORTANTE. Solo faltaría que a alguien se le hubiese ocurrido engordar, eso sí que es grave.
Pero lo peor es que lo que hacen los periodistas con Jennifer o con Sara o con cualquier mujer mínimamente famosa (criticar, juzgar, avergonzar, culpar), es lo que la sociedad hace con todas nosotras. Y con sociedad no nos referimos a un ente invisible. No, me refiero a nuestras familias, amigos, compañeros de trabajo e incluso gente que nos cruzamos en la calle. La cantidad de comentarios sobre nuestro cuerpo y nuestras decisiones que recibimos en el día a día es simplemente apabullante.
Pues ya sabéis: sobre si has engordado, si has adelgazado, si deberías tomar un poco el sol o ponerte corrector porque tienes unas ojeras o comer más sano, piénsatelo antes de hacerte un tatuaje, por qué no buscas un trabajo estable o te echas novio ya de una vez, deberías dejar de salir todos los días que ya no tienes edad, y cuándo vas a tener hijos (o cuando vais a por el segundo) o por qué pagas alquiler pudiéndote comprar algo y tú tranquila que pronto perderás el peso que has ganado durante el embarazo, porque ¿le das el pecho, verdad? Se ve que si no eres delgada, no te maquillas y no tienes novio-hijos-casa (y añadamos un perro también), no puedes ser feliz.
Se ve que hay una lista (la debes tener olvidada en algún cajón de tu casa, pero seguro que la tienes) con cosas que todas las mujeres tenemos que ir cumpliendo desde muy pequeñas hasta que nos morimos. Cosas como:
- ser femenina
- no jugar a juegos de chicos
- que no se piensen que eres una chica fácil
- no perder la virginidad con cualquiera
- no engordar
- estudiar una carrera que tenga salida
- encontrar un buen trabajo estable
- encontrar un novio estable
- no engordar (otra vez)
- casarte y vivir con tu novio (o al revés)
- tener un hijo
- dar el pecho (o quizás todo lo contrario)
- perder el peso del embarazo en cero coma y no dejar de maquillarte
- tener otro hijo
- seguir trabajando (o dejar el trabajo para cuidar de tu prole)
- volver a perder el peso (no vaya a ser que tu marido te deje por Angelina Jolie)
- usar mucha crema antiarrugas y teñirse el pelo (que no se te note que eres vieja)
- ¿pero aún no tienes hijos?
- muy bien, ahora cuida de tus hijos y nietos y desaparece
Como ya sabréis, los hombres están exentos de estas obligaciones: pueden follar con muchas chicas (es más, deben hacerlo), pueden quedarse calvos y tener barrigota cervecera, pueden ser «solteros de oro» toda la vida, nadie les va a decir que se les pasa el arroz, pueden volver a trabajar al día después de tener un hijo porque nadie les cuestionará si son malos padres y pueden incluso olvidarse de teñirse las canas porque lo que a nosotros nos convierte en «descuidadas» a ellos les transforma en «maduritos interesantes».
Todas somos Jennifer Aniston porque estamos HARTAS, efectivamente. Como venimos diciendo desde siempre en WeLoversize, todos los cuerpos son bonitos, no hay cuerpos incorrectos. Y como dice la Jenni y hemos repetido mil veces nosotras, nuestro aspecto físico no determina nuestro valor ni lo que hacemos con nuestras vidas. No necesitamos la aprobación de nadie ni tachar los ítems de ninguna lista cuñadísima impuesta por una sociedad machista. Te avisamos, aunque tú te quieras un montón, la gente seguirá insistiendo y opinando. Así que ha llegado el momento de quererse un montón pero también de levantar la voz en contra del body-shaming, del slut-shaming, del mom-shaming y de todos los shamings, juicios de valor y críticas destructivas.
Ya sabes, «Disfruta de lo que tienes mientras luchas por lo que quieres».
