Me pincháis y no sangro, chicas. ¿¡Os podéis creer que vino un señor de Zaragoza a pasar el fin de semana a Madrid, hicimos match en Tinder y nuestra cita fue haciendo más de una hora de cola para que se comprara décimos de lotería?! Nuestra primera cita fue haciendo la cola en Doña Manolita.

Cuando vi sus fotos se me hizo el chichi pesicola, porque real era guapo como su santa madre. Me dijo que estaba solo para el finde, que había venido de viaje express a ver a unos amigos y que tenía toda la tarde/noche libre porque curraban y hasta el domingo no los iba a ver. También me vendió una habitación de hotel increíble, con jacuzzi incluido, así que nada, a caballo regalado no le mires el diente.

Quedamos en Callao… y yo no sé si habéis venido alguna vez a Madrid cerca de Navidad, pero esto es LA GUERRA, o sea, real que no puedes ni dar un paso por el centro porque pisas a siete personas. Le dije que mejor alejarnos e irnos a una zona menos concurrida, pero me pidió empezar allí y luego ya irnos donde yo quisiera porque no sabía moverse muy bien y tenía que hacer unas compras.

Las compras era pillar décimos de Navidad para todo su santo pueblo. 

Tinder Sorpresa: nuestra primera cita fue haciendo la cola en Doña Manolita

Cuando bajé del metro y lo vi… pues cumplía con todas las expectativas, de hecho me atrevería a decir que era más guapo en persona y mira que tenía FOTONES. Nos dimos dos besos, me pasó el brazo por la cintura, me derretí un poco y le pregunté qué quería hacer. Entonces me lo dijo ‘compro unos décimos y nos vamos’.

Yo me paré en seco. Lo miré. «¿Unos décimos? ¿Dónde?» Entonces me lo dijo, lo soltó, lo escupió, lo vomitó: ‘En Doña Manolita’.

-¿En serio te planteas comprar décimos en Doña Manolita?

-Sí, claro. Mis padres los quieren de ahí. 

-¿Tú sabes la cola que hay?

-Bueno, juntos seguro que se nos hace corta. 

-Estamos en diciembre, hace frío. ¿Estás loco?

-Ya verás que no es para tanto. 

Setenta y cinco minutos. 75 minutos estuvimos ahí plantados. Menos mal que trajo chocolate caliente con churros, porque si no lo mato, o me mato, o mato a alguien. Encima le dije que comprara de las gitanas que los venden por la calle y me dijo que no, que no se fiaba de que esos fueran legales… Ay señorcito mío.

Después de congelarme los dedos de los pies, de las manos y un poco hasta el higo conseguimos los dieciséis decimos que tenía que comprar, cuando vi cuánto le pedían y que pagaba con tarjeta casi se me para el cora. Pero me lo pasé bien, de verdad que sí, hablamos muchísimo, nos reímos más y… y con la excusa de que tenía frío nos abrazamos a la media hora de conocernos.

Una vez que se rompió la barrera de lo físico… pues ya estaba todo rodado, la verdad. A la siguiente parada fuimos de la mano, no en plan romántico (que también), era en plan supervivencia, si no nos dábamos la manos nos perdíamos entre la marabunta de gente, PERO os diré que nunca me ha molestado menos el gentío.

Después de intentar entrar a cuatro sitios nos dimos por vencidos y decidimos pedir comida para llevar y cenarla en el hotel que había reservado. Después de ver aquella habitación entendí que no le doliera pagar la friolera de Doña Manolita. Cenamos, bebimos, confesamos, tocamos y cómo tocamos… La lotería no sé si tocará, pero el gordo me lo llevé yo aquella noche. 

Qué buen sexo señoras y más para acabar de conocernos.

Al día siguiente cuando me iba a ir me arrastró a la ducha, me dijo que no me podía ir, le dije que tenía que desayunar con sus amigos y me dijo que me fuera con él. ¡¿Pero cómo me voy a ir con tus amigos a desayunar si nos conocimos ayer?! 

Y me fui, vaya que si me fui. Encima estuvimos de la mano todo el rato, dándonos besos, los chavales me llamaban todo el rato ‘novia de Rafa’ y joder… qué fin de semana tan bonito. Después comimos, empezamos con el tardeo, salimos de fiesta y volvimos a chuscar en el jacuzzi (este segundo kiki menos guay, supongo que por todo el alcohol que llevaba encima).

Nos despedimos a la mañana siguiente porque se tenía que ir a Zaragoza ya… pero seguimos hablando y me ha pedido que me saque billetes para ir el 20 de diciembre, ver la lotería juntos y ya irme a mi casa para Noche Buena… Y llamadme loca, pero lo estoy planteando.

¿Os imagináis que nos toca la lotería? Compramos un decimos a medias el último día por hacer la coña, y ¡ojo! como toque hago una película navideña de Netflix con la historia. 

 

Anonimo

Foto de Darcy Lawrey en Pexels