Os voy a dar un consejo, cuando vuestro jefe os pregunte si conocéis a alguien para una vacante en la empresa, no le deis jamás el curriculum de un amigo.

Yo me quedé sin trabajo y sin amiga, ya os adelanto que sin trabajo me hubiera quedado igualmente, me temo. Y sin amiga, bueno, lo que me hizo tampoco sé si era de ser buena amiga. Os cuento mi historia.

Yo estaba trabajando en una empresa de telecomunicaciones cómo agente de venta por teléfono, telefonista, vaya. Llevaba casi un año y aparentemente estaban muy contentos con mi trabajo. Fui la empleada del mes en noviembre porque fui la que más nuevos clientes conseguí.

Un buen día se acerca mi jefe, y me pregunta si conozco a alguien que le pueda interesar un puesto de agente de ventas, “alguien, así como tú, simpática y dicharachera” me soltó. “Mismo horario que tú y mismo salario, díselo a tus amigos y conocidos” prosiguió.

Enseguida se me vino a la cabeza mi amiga Ana. Nos conocíamos desde niñas, estudiamos en el mismo instituto y éramos buenas amigas. De esas que se ven casi todos los fines de semana y quedan por las mañanas para tomar café. Además, es una persona super alegre y responsable, justo lo que estaban buscando en mi empresa.

Sabía que Ana estaba buscando trabajo desde hacía un par de meses porque donde estaba no la habían renovado. No tenía experiencia en venta por teléfono, pero si cara al público pues llevaba varios años trabajando como dependienta en distintas cadenas de ropa, así que pensé que podría dar el perfil.

Se lo comenté a ella y le entusiasmó la idea de poder trabajar conmigo. Me dio el cv y a los pocos días ya tenía una entrevista con mi jefe. Yo la preparé a conciencia, sabía más o menos lo que podía preguntarle y le dije que lo debía contestar. Llevaba 11 meses trabajando en aquella empresa así que conocía bien lo que quería de sus empleados.

Foto de pexels

Pasaron los días y no la llamaban. Yo ya pensaba que la había descartado del proceso, pero tampoco se había incorporado nadie nuevo en mi departamento, así que aún había esperanza. Eso, o que habían decidido al final no contratar a nadie más.

Hasta que un buen día me llama mi jefe a su despacho. Me temí lo peor y así fue. Me dice que, aunque están muy contentos conmigo, no me van a renovar, porque una nueva renovación significaría pasar a un contrato indefinido y que no están dispuestos. Que me desean todo lo mejor y que mañana ya no vuelva.

Me quedé hecha polvo. Sabía que mi contrato se terminaba, pero en ningún momento pensé que no me fueran a renovar, estaba haciendo las cosas bien, me gustaba mi trabajo, me esforzaba cada día por superarme y además estaba super motivada. Pues de nada sirvió, me dieron la patada.

Según salí de allí llamé a Ana llena de tristeza, para decirle que menos mal que al final no la habían cogido en mi empresa porque me acababan de echar, que vaya hijos de pu… Pues ella va y me suelta “Bueno, en realidad me llamaron hace una semana y me incorporo mañana, me dijeron que no te dijera nada y así lo he hecho”.

“¿Perdona? ¿Cómo que te incorporas mañana? No cogerás el trabajo, ¿verdad?” – le dije y ella me respondió con un silencio incómodo y me colgó el teléfono.

Unos minutos después me llegó un WhatsApp de Ana: “Lo siento, pero necesito el trabajo”.

Y es lo último que hablé con mi amiga. Lo sé, sé que no fue su culpa que la cogieran para mi puesto, porque encima era para mi puesto, por eso aquello que le dijo mi jefe de “mismo sueldo y horario que tú”. Que también, ¡qué sucios! podrían haber tirado de Infojobs, no que encima me dicen que si conozco a alguien…

Aunque fui yo quien la recomendó, para mí fue una traición, tampoco era el trabajo de su vida, podría haberlo rechazado por lealtad a mí y haber seguido buscando.

Al final me quedé sin trabajo y sin amiga.