Llevaba dos meses trabajando en el aeropuerto, mi sueño tras acabar turismo, aquello me encantaba, el ambiente, la gente, los uniformes. Quería ser auxiliar de vuelo y esta era la mejor manera de conseguirlo.

Un día en uno de los descansos, estaba con dos compañeras y se nos acercó otra, para invitarnos a una fiesta privada y exclusiva.

Aceptamos, aquello era un no parar de salir y conocer gente y sitios. Llegamos a la famosa discoteca y a nuestra compañera la recibieron como si fuera vip, entramos con una sonrisa de estrellas de la farándula en la boca subidas en nuestros taconazos y nos llevaron directamente a un enorme reservado, que lujo.

Había muchas mesas y varios grupos de chicas, nos sentamos y nos trajeron bebidas, yo, como una paleta, pregunté si las teníamos que pagar, nada, estábamos invitadas por el evento. Nos tomamos la primera y un revuelo nos llamó la atención, un montón de tíos super grandes y atractivos, aparecieron en aquella zona privada. Nuestra anfitriona nos levantó para presentarnos, nos mezclamos, los chicos eran súper majos, uno de ellos me moló bastante. Empezamos a hablar, a los diez minutos me estaba besando, nos enrollamos y me invitó a su hotel. Avisé a mis amigas, que también estaban bastante bien rodeadas y me largué con él. 

Hicimos de todo y nada bueno, el hotel muy chulo. De madrugada me dijo que se tenía que ir pero que yo me podía quedar durmiendo sin problemas, la habitación estaba pagada hasta medio día. Aproveché para desparramarme en la enorme cama, gastar todos los amenities del baño y casi robar el albornoz.

Al día siguiente llegó el momento de los chismes con las chicas, por lo visto habían triunfado también y por cercanía habíamos acabado las tres en el mismo hotel, qué casualidad. Volvimos al trabajo y una de nuestras supervisoras nos escuchó comentar el tema y nos interrumpió preguntando quién nos había llevado a ese sitio.

 La contamos y su cara fue un poema, nos dijo que a pesar de ser tan monas éramos muy inocentes como para creernos que habíamos ligado espontáneamente. Nuestras caras eran todas un poema. 

Nos contó que esta tía que nos llevó ya había tenido un problema con otras chicas anteriormente, por lo visto alguien había fisgoneado en una agenda enorme que llevaba siempre encima y había visto cosas raras tales como muchos nombres de mujer y cifras anotadas al lado y con notas en plan, no molestar los fines de semana, solo entre diario, puede viajar, acepta perfumes y maquillaje y listas de nombres de chicas que trabajaban de la compañía con números al lado.

Vamos que nos contaron que esta mujer era una especie de madame que proporcionaba compañía a…digamos equipos deportivos y demás personas importantes. La movida llegó hasta los jefes, los cuales dieron un toque a la madame esta, pero por lo visto no estaba haciendo mucho caso.

Hablamos con las chicas que habían pasado por lo mismo y claro, no se podía probar nada, pero aquello era un poco cantoso y evidente, esta tía estaba sacando tajada de nosotras de forma bastante asquerosa por su parte. Que vale, que yo accedí a acostarme con el tío este de forma voluntaria, pero sin tener ni idea de que había dinero de por medio.

En cuanto me la crucé por la terminal la asalté y le hice la mágica pregunta de cuánto había cobrado por mis servicios, claro, me negó todo haciéndose la ofendida y repitiendo sin parar que no sabía de qué  hablaba. 

Finalmente hice presión con mis compañeras y la despidieron, bueno, no la renovaron. Al final nunca quedó claro aquel lío, nunca más volvimos a un sarao de esos, ni nosotras, ni nadie más, pero la movida duró meses. El caso es que nunca sabremos lo real y lo preparado de aquello, pero no vuelvo a irme con esa señora ni al baño por si acaso.

Anónimo

 

(Relato escrito por una colaboradora basado en una historia real)