Pues yo prefiero los polvos cortos, qué quieres que te diga

 

La semana pasada leí una novela un pelín picantona en la que había un montón de escenas de sexo superelaboradas y que narraban, con mogollón de detalle, cómo los protagonistas se entregaban al fornicio durante lo que parecían ser horas.

Ya sabéis, unos preliminares increíbles, un te lo como, luego tú me la comes, después te la meto desde aquí, más tarde desde allá, súbete aquí, ahora a cuatro patas…

Y yo, en vez de imaginarlo con regocijo, me sentí un poco como leyendo ciencia ficción, francamente.

¿La gente le dedica taaaaaaaanto tiempo al sexo? La gente real, quiero decir.

Pues yo prefiero los polvos cortos, qué quieres que te diga.

"Pues

No niego que alguna que otra vez pueda apetecer una larga, extenuante y gratificante sesión de sexo maratoniano. Supongo.

Pero a mí, personalmente, me da perezón ponerme en esa tesitura.

Yo soy más de ‘lo bueno, si breve, dos veces bueno’.

Sin pasarnos de breve, tampoco. No sé si me explico.

Hay un buen término medio entre aversimeponenlarepeticiónquenomeheenterao y madremíadelamorhermososemehaidoeldíachuscandoyestoyagotá.

Vivimos en la era de las prisas, somos la generación del Ya y, como consecuencia, no tenemos paciencia ni sabemos esperar. Esto es así.

La comida, la queremos rápida.

La comunicación, inmediata.

Las series, en atracones.

¿El sexo? Lo mismo.

Al lío, señores, que no hay tiempo que perder. ¿No?

Lo cierto es que la limitación temporal no tiene por qué ir en detrimento de la calidad, para nada.

Simplemente hablamos de que no es necesario invertir una hora de nuestro valiosísimo tiempo en el sexo para que este sea plenamente satisfactorio.

Es más, en mi caso personal, prefiero mil veces los polvos cortos a estar ahí dándole que te pego durante una eternidad.

Un inesperado aquí te pillo-aquí te mato de cinco minutos puede resultar tan placentero como un polvazo en cuatro mil posiciones, versión extendida, corte del director.

En ocasiones incluso es eso lo que se necesita, un desahogo fugaz sin más pretensiones.

Un canivete rápido, un orgasmo que relaje cuerpo y mente, y a dormir tan a gustico.

O lo que se tercie, que no es que sea obligatorio esperar a la noche para folletear.

Lo mismo es una cosa de la edad, que una ya no está para grandes alardes.

Amén de que vamos todos como pollos sin cabeza todo el día y sin tiempo para nada, mucho menos para darnos al sexo sin mirar el reloj.

Pero es que, incluso motivada a tope y absolutamente disponible y descansada… si la cosa se demora demasiado llega un momento en que me aburro.

Vamos, que yo prefiero los polvos cortos, qué quieres que te diga.

¿Solo me pasa a mí?

 

Imagen destacada de Anna Shvets en Pexels