Ir en pandilla a pasar unos días a una casa rural tiene un encanto especial. Los nervios de organizarlo todo, de explorar la casa, de asignar las habitaciones, de ser capaces de encender el fuego (me da igual que sea en la chimenea o en la barbacoa) y de apartar cualquier objeto con potencial para romperse, saca lo peor y lo mejor de cualquier persona. Es curioso como las dinámicas se repiten en distintos grupos y estoy segura de que en vuestro grupo de colegas os podéis encontrar con…
- La amichi que siempre se despierta pronto y es tan riquiña que recoge todo lo de la noche anterior. Normalmente se le van sumando personas en la tarea y en un periquete está todo bastante digno.
- La dueña y señora de la amenización musical. No suelta la lista de Spotify ni para ir a hacer pis. Mejor no acercarse demasiado, puede ser peligrosa…
- La amante de las actividades. Está todo el rato proponiendo cosas: que si dar un paseo, que si jugar un Catán, que si una fiesta de disfraces… alguna siempre cuela.
- La organizada. Seguro que es la que ha buscado la casa, ha hecho la lista de la compra y hasta ha asignado tareas a las demás. Gracias infinitas a todas.
- La cocinillas (y su pinche, que se va a encargar de que nunca le falte cerveza, vermú o lo que sea que estéis bebiendo). Aunque al final siempre se termine comiendo tardísimo, hay que agradecerle a la vida que ponga en nuestro camino a una amiga dueña y señora de la barbacoa.
- La que está dispuesta a ir a por más cerveza todo el rato. Y es que probablemente ya se haya quejado varias veces: «mimimi eso es poca cerveza, entre fulanita y yo nos la merendamos en una noche mimimi». Y también es probable que tenga razón.
- La que ronca. En todas las pandillas hay un elemento que perturba el dormir general. Y sí, a veces el reparto de habitaciones se hace teniendo en cuenta esto.
- La que se desmelena y acaba haciendo la croquetilla. Porque amigas, una vez al año (o un par de veces), no hace daño. Por eso siempre es conveniente meter Aquarius en la lista de la compra (bien lo sabe la amiga organizada).
- La que lleva una maleta llena de porsiacasos… y que acaba solucionando algún drama (ya sea de vestimenta, de productos de higiene o de lo que sea).
- Las que se pasan todo el día haciendo caca. Y es que en estos saraos se cometen excesos, sobre todo de patatillas, cascarillas, snacks o como quiera que los llame cada una… y claro, pasa factura.
- La que está pegada al móvil y subiendo stories todo el rato. Sí, da mucha rabia… Hay alguna que hasta enciende el Tinder, pero eso siempre son risas.
- La rural-chic. Y es que mientras la mayoría estáis en leggins o en chándal, ella se ha currado unos modelazos estupendos y hasta ha tenido ganas de hacerse el eyeliner.