Que en materia de igualdad aún queda mucho por hacer, es sabido por todo el mundo. Que en mi casa la corresponsabilidad existe porque el feminismo es cosa de todos, también (de hecho es mi chico quien cocina y quien menos se hace el loco cuando toca limpiar, para desagrado de mi abuela); pero sin embargo, hay algo de lo que pocas veces se habla: la carga mental. Esa responsabilidad autoimpuesta o no por la que te conviertes en agenda, policía y jefa de la casa sin saberlo: cuándo toca una vacuna del perro, ver si cumples los requisitos para pedir la beca del comedor, cuándo es la revisión con el pediatra, comprarle el regalo de cumpleaños a la suegra, está a punto de acabarse la leche del niño…

Mujer trabajando

Son aquellas pequeñas tareas de las que tomas el mando y que te hacen tener siempre el piloto automático puesto. ¿Lo peor? Que es como llevar encima constantemente una lista de la compra que lejos de acabar siempre tiene nuevos tips que se unen a los pendientes, que te sume en un estado de stand by. ¿Estás viendo la tele tranquilamente con tu pareja porque habéis conseguido dormir al retoño? ¡Mierda! Te viene a la cabeza que el período de matriculación empieza y aún no te has descargado la solicitud. Vale, lo dejas para mañana, pero ya está ahí el run run.

Mother

Y lo curioso de todo esto es que normalmente (o al menos en mi caso) nadie te ha pedido que lo hagas, pero tú te has hecho responsable de todas esas tareas. Si habláramos de barrer o planchar sería tan sencillo como repartirse cada acción (como si de compañeros de piso se tratase) y tener una corresponsabilidad total, ¿pero cómo delegar en cosas más intangibles que se te van ocurriendo sobre la marcha? ¿Nos dividimos parcelas de la crianza (que no del niño) para que tú te encargues del médico y yo de la educación?

Mago dividiendo persona

Es muy difícil, pero quizás la solución pasa por verbalizar, por pedir «colaboración» (que no «ayuda», porque es cosa de los dos) Cuando sientas un peso a tus espaldas habla con tu pareja. Quizás simplemente no se haya dado cuenta o quizás te sorprenda lo mucho que valora todas esas cosas intangibles que haces y quiera formar parte de ello. Tendemos a callarnos, a apechugar con todo y a tirar del carro. Y claro, cuando la gota colma el caso, explotamos. Que si es por dejadez de la pareja, se entiende, pero ¿y cuándo nos obligamos a nosotras mismas a hacer cosas que no nos corresponden en exclusiva? Delegar no es fácil en el trabajo, por lo tanto no podemos presuponer que lo sea en la vida real. Los «es que yo lo hago mejor» y los «es que ya sé hacerlo y tardo más en explicarlo» son pan para hoy y hambre para mañana (y yo me pongo de muy mal humor cuando paso hambre) El trabajo, la casa, la familia… ser Superwoman mola, pero es solo un personaje de un cómic, no puedes dejar que la responsabilidad te abrume de tal manera que te impida disfrutar de esas parcelas de tu vida.