Desde bien pequeña había escuchado aquel dicho de “hallarse en estado de buena esperanza”, aunque para ser sincera jamás había entendido muy bien a qué se referían. A la esperanza porque llega un bebé, a la esperanza porque te va a cambiar la vida (ojo, que esto no es cualquier tontería) o a esa buena esperanza necesaria por todos los gastos que conlleva un pequeñín.

Sin duda hasta que una no se queda embarazada no comprenderá del todo el motivo de la existencia de este dicho. Esa promesa de la que habla es, quizás, por terminar una etapa que para muchas no es todo lo feliz y llevadera que nos dicen que será.

Tu pelo se verá precioso, tendrás un rubor en la cara impresionante, toda tú lucirás increíble gracias al embarazo. Perfecto pero, ¿y qué me dicen de lo que va por dentro?

Hace unos días Carlota Casiraghi, actualmente embarazada de su segundo hijo, comentaba para la edición alemana de Vogue ese punto de vista diferente ante la figura de la mujer que espera un bebé. Ella misma subrayaba que no todas las mujeres viven su embarazo como un momento feliz, sino por ejemplo con ansiedad y miedos ante lo que pueda ocurrir.

El cuerpo de la mujer sufre numerosos cambios durante las cuarenta semanas que dura un embarazo (y ya no hablemos del postparto), y lo mejor es que no todo es puramente físico. Desde el instante en el que descubres que vas a ser madre la preocupación principal se va a generar en torno al pequeño bebé que crece en tu interior. Ahora lo más importante es que se desarrolle sano y bien. El asumir esa inquietud como propia y como algo que nosotras mismas no podemos controlar, nos genera a muchas madres un estado de intranquilidad casi constante. ¿Y si algo falla?, ¿y si ven algo raro en la ecografía?, ¿y si… y si…?

Poco se habla de ese océano de hormonas que circulan por nuestro cuerpo dispuestas a hacernos desear y odiar al mismo tiempo, y que no todas las mujeres podemos dominar del mismo modo. Como señalaba Carlota en su entrevista, las mujeres no somos santas o monstruos, sino que cada una resuelve la etapa del embarazo como buenamente puede. Y podemos ir más allá, cuantísimas madres existen con cero instinto, que adoran a sus hijos sobre todas las cosas pero aborrecen el embarazo y todo lo que tenga que ver con él.

cesarea

Nuevamente la sociedad ha ido instaurando un modelo inmaculado en torno a la preñez, nos venden una vez más que como féminas debemos interpretar un papel de perfección y delicadeza, de dulzura y felicidad, que en algunos casos no logramos alcanzar. No eres menos mujer por no añorar el estar embarazada, cada una es diferente al igual que lo será su etapa de gestación. Con sus más y con sus menos, al fin y al cabo el resultado que queremos alcanzar es el mismo: tener en nuestros brazos a una criaturita fuerte y sana, el buen o mal recuerdo que cada una quiera guardar de esos nueve meses ya es algo personal.