De pequeña oía siempre a mi madre llamar a mi abuela (su suegra) «tía». Eso resultaba raro. Tanto, que por fin una tarde me atreví a preguntar por qué lo hacía.

– «Porque la abuela es mi tía y yo soy su sobrina».

Efectivamente, amiguis: mis padres son primos. Esto, que para mí es lo más normal del mundo, sigue despertando reacciones extraordinarias a mi alrededor.

Qué pasa cuando, en una conversación cualquiera, sueltas eso de que eres hija de primos:

  1. La salud es lo primero:

La pregunta por excelencia. La del millón. La que nadie se atreve a formular directamente pero todos insinúan. NO. No tengo ninguna deficiencia ni física ni cognitiva ni emocional (si tengo alguna de éstas últimas, que las tendré, desde luego no será por este motivo). Y sí, mi hermana también está sana como una manzana.

Desterremos ya los mitos, por favor. Evidentemente, las probabilidades de sufrir enfermedades hereditarias aumentan en estos casos, pero eso NO significa que los hijos de primos tengamos ninguna necesidad especial sólo por el hecho de serlo.

  1. Pero… ¿primos hermanos?

Sí, señores, sí. Mis padres son primos hermanos. La madre de mi padre es la hermana del padre de mi madre. Ya está, superadlo.

  1. Es que cuanto más primo…

Esto no siempre ocurre, pero a veces das con el típico graciosillo que suelta tan ingeniosa frase. Seguramente tenga una prima a la que le gustaría arrimarse y lleva toda la vida comiéndose los mocos.

  1. Contar la historia:

Desde luego, lo que es innegable es que estos casos despiertan curiosidad en quienes escuchan. ¿Cómo surgió? ¿La familia estuvo de acuerdo? ¿Quién dio el primer paso? Y aquí toca relatar las aventuras de mamá y papá ante la atónita mirada del espectador.  

  1. Lo mejor:

Siempre dejo para el final mi parte favorita. Y es que, cuando tus padres son primos, compartes familia por ambas ramas de tu árbol genealógico. Y eso no sólo implica que tienes los mismos apellidos que tu padre y que tus tíos, sino que puedes reunir a tus familiares y montar una gran fiesta en la que todos se conocen y se quieren, porque los tíos por parte de mamá y de papá, son primos entre sí. Y las abuelas son cuñadas entre sí. Y así sucesivamente (te aconsejo que no intentes entenderlo, sólo logras asimilar este jaleo de parentescos si te lías con tu primo).

Porque sí, queridos, los hijos de primos estamos en el mundo y somos felices.

No hay nada de malo en ello, nadie sufre, no pasa nada, sólo son dos personas enamoradas. Y como hijos, el amor sólo puede hacernos sentir orgullosos y afortunados.

 

Inmaculada Garrido