En esta magnífica era digital que estamos viviendo los avances son asombrosos y se producen casi a diario, al igual que a diario hay que leer millones de garruladas y al cuñado o cuñada de turno ilustrándonos con su imparable verborrea y sus casposas diarreas mentales.

Amo el concepto cuñado, que en pro de la igualdad se tiende solo a aplicar a los hombres pero creo que es unisex. Gente que no entra a leer el artículo de weloversize y se conforma con comentar con un aire de indignación «pues la de la foto no está gorda», y la de la foto es Ashley Graham, como si el body positivismo solo es aplicable si la foto que acompaña el artículo es de Tess Holliday.giphy

De alguna manera es la magia de internet, de las redes sociales y toda esta vorágine digital que vivimos. El derroche de valentía que te proporciona una tarifa de datos, un smartphone y una cuenta en una red social casi está al nivel del subidón que le dio a Garbiñe Muguruza al ganar Wimbledon.

Somos gente de fácil opinión, de hecho tenemos la puta costumbre de darla sin siquiera nos la hayan pedido. Somos ese espécimen majestuoso que echamos mierda por la boca sobre todo lo que nos rodea alegando que opinar es libre y expresarse también, hasta que encontramos a alguien que no opina como nosotros, que no supera nuestros controles de calidad ética y que no tiene la misma moralidad barata y de feria que predicamos. Ahí ya es cuando nos jode la libertad de expresión, de culto, de vestimenta y de existencia, es ese mágico momento en el que nos jode que nos hagan lo mismo que hacemos nosotros, fagocitar mierda en un nefasto intento de darle forma de opinión lícita y respetable.

Podemos aplicar estos a innumerables campos de la vida, incluyendo la corriente del body positivismo, el own your body y el me paso por el papo-huevada lo que diga la gente. No hay nada como darse un paseo por las redes sociales para encontrarte espabilados, como aquí un servidor, que no tuvo mejor idea que intentar sentar cátedra en un post de weloversize acerca de la relación directa que hay entre peso y salud. tumblr_inline_o34z50ztpf1t28mkl_500

Procuré escribirlo con decoro, educación y pareciendo que sabía de lo que hablaba, traté de tener un ataque de empatía y soberbia a la vez, pero falló estrepitosamente, no os lo recomiendo.

Puse mis esfuerzos en intentar molar y adoctrinar a la vez, sin faltar al respeto ni a la inteligencia de nadie, porque si de una cosa estoy muy aburrido es de los continuos ataques gratuitos que se dan cada minuto en los comentarios de las publicaciones, pero como ya os he adelantado, pese a mis inútiles esfuerzos de molar y a la vez quedar como el guay de la sección de comentarios, fue un epic fail en toda regla.

Encontrarme en ese momento con una buena persona, que me bajó de las nubes, que echó mi discurso de cuñado patético por tierra y me hizo oler el tufo rancio que emanaba de mis propias palabras fue de lo mejor que me ha pasado,  móvil en mano, en bastante tiempo.

Empatía, esa gran desconocida. K60wG

Antes era como un puto justiciero virtual, que repasaba los comentarios de las páginas que seguía, en busca del más mínimo rastro de odio, intransigencia, cuñadismo y en cuanto daba con ello desataba el Pérez-Reverte que llevo dentro (le odio), a veces entremezclado con una chulería poligonera más propia de un tronista que de una persona leída, soltaba a los perros de la justicia y cada cinco minutos me ponía a mirar si alguien había tenido cojones a contestar el magistral Zas en toda la boca! que acababa de escribir. Esa falsa sensación de arrojo y valentía que te proporciona un teclado o la pantalla de móvil, es como ese cubatita que bebes con redbull porque estas cansad@, parece que te vienes arriba pero luego la hostia que te pega contra el suelo es hermosa donde las haya.

Uno de mis retos personales a día de hoy es no convertirme en lo que más odio, en el cuñado, en esa persona que tiene respuesta para todo, que tiene una sed insaciable de ilustrar al mundo y que puede morir en el acto si no da su opinión sobre un tema banal en las redes sociales o mientras te aprietas un botellín fresquito tan a gusto en una terraza. Maestr@s de la vida, en general.rhmNza2

Tenemos esa estúpida creencia de que a la gente le importa lo que pensamos o decimos y con el tema de las redes sociales lo hemos magnificado hasta el punto de que el perfil devora a la persona real, creemos que somos el alter ego que hemos creado de nosotros mismos en las redes y vamos con ello hasta la muerte, hasta que dejas el móvil en la mesilla y te reencuentras con tu Yo real delante del espejo del baño, con una camiseta sucia de publicidad de alguna cadena de supermercados ya extinta, los dientes sin lavar y un huevo asomando por ese pantalón corto ochentero que adoras llevar en verano en casa.

Mi más modesta conclusión es que no estamos aquí nadie para ilustrar a nadie, adoctrinar ni aleccionar a nadie ni para considerarnos ejemplos de nada, creo más bien que hemos venido a compartir escenario con más figurantes que al igual que tú hacen por disfrutar del viaje, por evitar caer en la desidia que provoca vivir en este mundo agresivo donde hay días que parece que te han quitado el hueco, ese mundo en el que sigue reinando el machismo, la envidia y el odio. Aportemos con humildad, compartamos y hablemos.

Nunca dejaré de tener opinión y criticismo sobre lo que me rodea, el día que deje de hacerlo seré un geranio en la jardinera de un balcón cualquiera.  

He descubierto que a veces es mejor seguir el sabio consejo de mi madre: «tú, oír, ver y callar».

Si de carrerilla lo unimos al clásico»callado estás más guapo» ya te cagas down the legs.

Así es como nos coartamos a nosotros mismos, como nos volvemos seres herméticos que tenemos pánico a compartir y hablar de nuestros miedos, frustraciones y miserias emocionales con la gente que nos rodea, pero a su vez siempre estamos preparados para opinar sin miramientos y a discreción sobre la vida de los demás. Soltar nuestra diarrea mental sobre sus hábitos, estilo de vida, maneras de criar, vestuario y costumbres, mientras no dedicamos ni un solo minuto al día en mirarnos hacia dentro y pensar que podíamos mejorar, como podemos dejar de caer en los mismos errores con las mismas personas, pero hay una creencia popular, en mi opinión, muy malinterpretada y es la de: “yo soy así y al que no le guste que se joda”. jones_gallery_r

Pienso que esta convención popular tiene doble o triple lectura incluso.

Cuando la gente que te rodea es más buena que el pan, te escucha, te ayuda siempre que se lo pides y te respeta, pero a la vez se va alejando de ti, evita pasar tiempo contigo, quizás es momento de pararse a analizar la manera en la que te expresas, como gestionas determinadas situaciones y como disparas sin apuntar a menudo en charlas y demás conversaciones.

Han diseñado una sociedad en la que se lleva el ser feliz, de hecho si no eres feliz, eres como raro. Si te sinceras se te tiene por débil, por un moñas y un cuentapenas. Puede que a tus amistades les incomode que les cuentes lo que te pasa de una manera profunda, que les hables de emociones, de ansiedad, de depresión  y de que no pegas ojo. Que parezca que solo sufres tú en este mundo, cuando realmente siempre has estado ahí para escucharles y ayudarles si lo necesitaban pero su hermetismo les impide contarte nada emocional, no vaya a ser que les tengas por unos tristes. Esas charlas no molan, no están acostumbrados a hablar contigo, que eres un payasete, de cosas que realmente importan, esas charlas se intentan evitar, no desprenden felicidad, y …Aquí hemos venido a ser felices! No a aguantar a amargad@s coño! giphy.com-giphy-2-1

Esa es la sensación que de manera inevitable se me ha quedado muchas veces al contar algo, escribir unas líneas en un chat de amigos o compartiendo mis textos. Es muy posible que para muchas de mis amistades y conocidos sea el pedante que se dedica a escribir mierdas sobre sentimientos y complejos, el cuentapenas que solo quiere hacerse el víctima y llamar la atención, ese el aroma que se queda flotando en el ambiente.

Lo que no ven es que realmente todo esto me fortalece cada día más, y lejos de entrar en barrena, en una espiral de negatividad, esta manera de expresarme me hace abrazar la autocrítica y darme cuenta de que cada día puedo ser mejor persona, mejor hijo, mejor pareja, mejor hermano, mejor amigo y que no hay quien pueda conmigo, ni siquiera yo mismo, mi peor enemigo, mi propia naturaleza.

No se malinterpreten estas líneas por favor, que cada un@ haga y deshaga a placer, opine, debata y se revuelva entre comentarios como un jabalí acorralado o como una dulce gacela danzando en la savana, mi único consejo, que lo doy sin que se me haya pedido (cuñadismo al canto), es que seamos consecuentes con lo que decimos, y que valoremos de antemano si es necesario opinar siempre, bajo cualquier circunstancia.

Empatía y autocrítica, damas y caballeros, abrácenlas.

Alejémonos del cuñadismo amig@s, es el lado oscuro de la vida, si te traga no hay escapatoria, comienzas a pensar que tienes razón,  que tu perspectiva sobre la vida y sus devenires es la correcta,  comienzas a pensar que la cuadrilla no ha quedado para echar cañas sino para escucharte a ti expresamente, das monólogos sobre política, sobrepeso, feminismo y macroeconomía a los parroquianos del bar que hay debajo de tu casa, mandas ilustraciones y memes incendiarios cargados ideología pseudo progre a los grupos de whatsapp y a los meses terminas abriéndote un canal de youtube al más puro estilo Álvaro Ojete.giphy-5

** «He visto cosas que vosotr@s no creeríais. Atacar naves en llamas más allá de Orión. Aconsejar sobre dietas hipocalóricas mientras se comía un Big Mac y pedía otra salsa deluxe más, He visto Rayos-C brillar en la oscuridad cerca de la puerta de Tannhäuser, cómo se burlaban e insultaban a los asistentes del día del Orgullo que aparecían en una noticia de los informativos mientras comían huevos con salchichas en un restorán a ritmo de Ricky Martin, he visto cómo decían que Tania Llasera es normalita del montón y cómo me aconsejaban que me pusiera doblado a batidos de yerbalaif si quería perder peso de una forma sana. Todos esos momentos se perderán en el tiempo… como lágrimas en la lluvia. Es hora de morir.» **  

Autor: Javier Ruiz Cano.