El título es raro de narices, pero es así, vengo a presentarme como el resultado de una estúpida ecuación de gente estúpida.

Y para que empecéis a entender algo presento la ecuación:

(Insultos + desprecios + negaciones por tu físico) elevado al número de años que lo sufres x las noches que te pasas llorando por ello / los años de salud mental que pierdes = una persona normal.

(Y espero que os joda mucho.)

Érase una vez una preciosa niña de cinco añitos a la que le encantaban los bocadillos de chocolate de su madre, los bizcochos caseros de su padre, las galletas y la bollería; además de la pizza, los chorizos de aldea, el queso curado, el pan casero y los refrescos. Sí, todo eso a esa edad. Esa niña era realmente feliz.

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Un día, en un colegio privado de cuyo nombre prefiero no acordarme, los compañeros y compañeras que le rodeaban empezaron a soltar joyitas por la boca del tipo “estás muy gorda”, “¿por qué llevas pantalones si eres una chica?”. Comentarios inocentes en la mente de una persona madura, pero altamente dañinos en la de una niña pequeña.

Las cosas fueron a más cuando el grupito de amigas más geniales y cools del colegio te ponían a prueba para ser su amiga; y no eran pruebas del tipo decir todos los nombres de los del grupo de Rebelde sino de correr por los pasillos, de andar en fila, de llevar la falda todo lo corta posible, de enseñar la barriga… Sí, con 6 años.

Pero la guinda final viene cuando te sueltan un dulce testimonio final: “No puedes ser nuestra amiga, eres gorda, llevas el pelo como los chicos y llevas pantalón”.

Vale, lo demás lo adivináis sin calculadora, ¿no?

Inseguridades, complejos, miedos… Te convierten en una persona cerrada a la que le cuesta horrores hacer amistades. Una niña pequeña que se pasa las noches llorando porque nadie quiere ser su amiga por estar “gorda”.

Con los años todo va a más, hasta esa preciosa etapa de la adolescencia donde todo es una mierda, todo está mal y todo está en tu contra. Entonces te adentras en ese maravilloso mundo de los TA, trastornos alimenticios. (Por favor, entended que mi uso de la retórica e ironía va a medio kilo por línea, ¿vale?)    Dejas de comer, pierdes peso, te matas a hacer ejercicio y los “qué niña más rellenita” se convierten en “estás en los huesos, estabas mejor antes, eh…” y “pareces enferma… ¿Tú comes?”. Pues mira, sí, como, lo justo, pero como.

He de decir y aclarar EN MAYÚSCULAS que yo no he tenido ningún TA, simplemente llegué a obsesionarme con comer sano y hacer ejercicio. Una obsesión enfermiza la cual TAMPOCO es ortorexia.

Cuando te das cuenta de que no hay un punto medio para la gente dices: Basta ya, coño, ¿es que no os conformáis con nada?

Y entonces haces “clic”. Y dices bien fuerte y bien alto: que les den.

Cambias tu perspectiva y he aquí el resultado a la ecuación: eres una persona sana física y mentalmente, la cual tiene algún complejo (lo normal en todo ser vivo) que disfruta tanto cuidándose como comiéndose una palmera de chocolate de 400 gramos. Y que además, le sudan muchísimo los comentarios de los demás acerca de su físico.

Conclusión: Queridos seres que habéis malgastado años de vuestra vida intentando hacerme sentir pequeña, solo habéis logrado alimentarme. Y os he visto por la calle, guapos, y tenéis lorzas, granos, arrugas, Y SOIS MORTALES.

maria-lookatall

Firmado: S.