Como madre de dos hijos menores de 5 años hoy vengo a desahogarme. Se habla mucho de la falta de facilidades para conciliar la vida laboral y familiar en España, pero la realidad no es que sea complicado, es que directamente es un engaño.

Las medidas para favorecer la conciliación son prácticamente inexistentes, hay escasa flexibilidad de horarios, el teletrabajo no está bien visto en una sociedad donde todavía prima el presencialismo. Los salarios son de risa, tenemos unas bajas maternas de las más bajas de Europa, las ayudas para la crianza o guarderías públicas brillan por su ausencia y la corresponsabilidad está a años luz de ser una realidad. Por lo que la opción más factible para conciliar que eligen el 58% de las madres, es la reducción de la jornada laboral con el consiguiente desolador panorama que conlleva.

 EL MIEDO. En el momento en el que te quedas embarazada, el miedo a quedarte sin trabajo aparece al mismo tiempo que las primeras nauseas. Pero aún en el mejor de los casos, en el que consigas acordar una reducción de jornada, siempre estará sobrevolando a tu alrededor el miedo a la pérdida de trabajo. “¿Estás segura de que quieres reducir? Pues tú veras”.

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LA PRESIÓN. Porque a pesar de que tengas una reducción de jornada, como madre o como persona que tiene a su cargo familiares dependientes, se te exigirá mayor dedicación que al resto de tus compañeros.

EL CHANTAJE. Porque siempre te recordarán que te están haciendo un favor por darte ese trato y permitirte “conciliar” y tendrás que tragar con carros y carretas.

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PRECARIEDAD. Porque a pesar de que cobres menos que tus compañeros debido a tu reducción de jornada, tendrás que trabajar en menos horas lo mismo que trabajabas antes durante la jornada completa. Aceptarás, trabajarás con muchísima presión y a contrarreloj para que no se ponga en duda tu profesionalidad. Es decir, trabajarás lo mismo o incluso más que antes de tu reducción y encima ganarás menos dinero porque has reducido tu jornada laboral. Obviamente, tu pensión también será menor. De vergüenza.

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LAS AMENAZAS. Porque no pasará demasiado tiempo hasta que aparezcan las amenazas y las presiones que te recuerdan que debes poner fin a la conciliación. “¿Cuándo piensas volver a tu horario normal?” es el pan de cada día.

LA CULPABILIDAD. Porque los empresarios te pueden permitir reducir jornada, pero no suelen cubrir de ningún modo tus horas de ausencia laboral con otra contratación de refuerzo y te trasmiten la culpabilidad de que no estás haciendo tu trabajo al 100%, de que por tu culpa otros tienen que trabajar más y que eres responsable de que el servicio no se esté realizando a tiempo completo. Como si la empresa fuera tuya y los beneficios también. La empresa es de ellos y ellos son los responsables de organizar las horas y las jornadas para ofrecer un servicio.

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MOBBING MATERNAL. Muy ligado a lo anterior, el mobbing maternal es más habitual de lo que nos gustaría. Te dejan relegada a actividades menores, con una responsabilidad no acorde a tu experiencia o trayectoria.

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NULA PROMOCIÓN. Y para colmo, como vivimos en un entorno laboral totalmente presencialista, puede que en el mejor de los casos mantengas tu nivel profesional, pero si tienes reducción de jornada, ya puedes olvidarte de que te promocionen por siempre jamás.

Según los datos del Barómetro Cisneros el 18% de las trabajadoras embarazadas sufre presiones por su empresa debido a su maternidad, el 16% de las trabajadoras son acosadas por reclamar los derechos que por maternidad les corresponde y cerca del 25% de las trabajadoras embarazadas de entre 18 y 25 años acaban siendo despedidas. ¿De verdad alguien se ha creído que la conciliación es real?

Foto de portada y gifs: Mad Men