EL ESTRIPER QUE ME EMPOTRÓ EN EL BAÑO

Os pongo en situación. En abril de 2020 tenía programada mi boda con el que era mi pareja. En ese momento llevábamos juntos la friolera de 12 años. Por culpa del COVID tuvimos que posponerla. Creo que eso fue una señal que me mandó el destino, pero yo, idiota de mí, no la escuché…

Pusimos nueva fecha de boda para junio de 2021. En ese momento, nuestra relación ya estaba herida de muerte, aunque decidimos seguir adelante con la celebración para darnos una nueva oportunidad, pero vamos, que era porque ya lo teníamos todo comprado y reservado.

Total, que, como buena boda, no le podía faltar su despedida de soltera, y mis mejores amigas se decidieron a organizar todo el tinglado.

Pues bien, no se les ocurre otra idea mejor que llevarme a un restaurante con espectáculo. De estos que tienen hombres y mujeres ligeros de ropa. 

En un primer momento, cuando me enteré (el mismo día de la despedida) de a dónde íbamos, me enfadé. Me enfadé porque vivimos en un pueblo pequeño, invitaron a todas las mujeres de mi entorno que iban a la boda por puro compromiso, como mis tías las cotillas o mi suegra, la juzga vidas. Y claro, tengo un puesto de trabajo de relevancia en mi pueblo, así que tengo que comportarme como la señorita tímida y recatada que creen que soy… 

Pero luego pensé, seguro que no es para tanto porque con el tema del virus imaginé que mantendrían la distancia de seguridad y todos esos rollos, así que no sería algo demasiado erótico festivo. Nada más lejos de la realidad.

Ahí no existían las medidas sanitarias. Juegos con hielos, bailecitos, penes de chocolate, estriptis… En fin, una fantasía de despedida.

Para más inri, los chicos que estaban esa noche animando el cotarro, eran dos Adonis vestidos solo con unos bóxer blancos que mamma mía. En la vida había visto en persona y tan de cerca dos monumentos así. 

A pesar de todo ello y de que moría de ganas por disfrutar del espectáculo, tuve que hablar con el presentador y decirle que fueran muy light conmigo. Más ridícula y no nazco… El ansia de aparentar.

Uno de los boys venía a buscarme a la mesa cada 2 x 3, me provocaba e intentaba animarme diciéndome cosas del tipo: venga que esta noche es para disfrutar, no vivirás otra igual en tu vida. Todo eso con una voz, ¡¡ay que voz!! Me moría de ganas por decirle: si corazón, hazme de todo… Pero nada, me mantuve en mis 13. Distancia de seguridad que parecía que trabajaba en sanidad.

Total, que la noche quedó así.

Llegó el momento de la boda, nos casamos y nos divorciamos a los 3 meses. Era la antesala de una muerte anunciada y esperada.

Ante la situación, y para celebrar que estaba libre de nuevo, pensé en organizar una cena con mis mejores amigas en el mismo local en el que hicimos la despedida. Pero ahora iba a desfasar y a disfrutar de la noche. Iba a ser mi despedida de casada y tenía que ser por todo lo alto.

La alegría fue plena cuando vi que esa noche estaba en la sala el mismo chico que en mi despedida e hice palmas con cierta parte de mi cuerpo…

En esa ocasión, fui al presentador y le pedí que fueran fuertecillos conmigo, que iba con ganas de divertirme, pero bien. El me guiñó el ojo y me dijo: cuenta con ello.

Pues, ¿cuál fue mi sorpresa? Que nasti de plasti, fueron más recatados que el día de mi despedida. 

Una amargura, el chico que me había animado la noche de mi despedida me miraba con cara pícara, me tentaba con la mirada, se acercaba sutil pero poca cosa. Se acercó a mi oído y me dijo: tú no querías que fuéramos sutiles contigo. Pues ahí lo tienes. Y me dio un beso fugaz en el cuello. Me morí un poco y me temblaron hasta las piernas. Pero asumí que me iba a tragar mis palabras y que ese acercamiento efímero era lo único que me iba a llevar. Craso error…

Durante el descanso del espectáculo, me fui al baño y cuando iba a entrar por la puerta, noté que una mano agarraba la mía y tiraba de ella por detrás. 

– Te estaba buscando. 

Una voz que reconocía perfectamente: mi amigo el boy.

Me giré, levanté la mirada de golpe y toda digna le dije que para qué.

-Por esto. 

Me soltó mientras apuntaba con su dedo su generosa erección.

Me morí al instante de la excitación y, la persona a la que había estado ocultando durante años se apoderó de mí y le dije:

-Eso no se puede quedar así.

Y tiré de él hacia el baño. Se me fue la pinza y entramos en el de hombres, pero eso daba igual. Nos metimos en un aseo en el que no funcionaba el pestillo, pero estaba tan excitada que no me importó. 

Empezamos a besarnos, me bajó las bragas y bajó sus calzoncillos dejando libre su perfecto miembro. Y ahí mismo, contra la puerta de ese baño me empotró. La primera vez en mi vida que he hecho algo así y que maravilla. En el momento del acto, quiso volver a mí mi lado tímido y quise no gritar ante el orgasmo, pero me dijo: suéltate y disfruta. Y solté un grito ahogado en su última embestida antes de un orgasmo espectacular que me dejó con las piernas temblando.

Salimos del baño y, un pobre señor que se estaba lavando las manos y se había tragado todo el numerito nos dijo:

  • Os habéis divertido ¿no?

Nos miramos cómplices y salimos pitando del baño.

 

A partir de ahí, la noche dio un giro tan fantástico como inesperado. Tanto es así, que nos fuimos juntos a su casa, pero eso da para otra historia. ¿queréis que os lo cuente?

 

Lady Love