A finales de julio, por fin, llegaron los ansiados días de vacaciones. Son jornadas en las que queremos concentrarlo todo: descanso y desconexión, pero también descubrimiento de nuevas rutas y lugares. Siempre nos queda una agenda apretada, y uno de aquellos días llegamos al hotel exhaustos

Él se metió en la ducha mientras yo repasaba las fotos tomadas durante la jornada, y salió del baño llevando únicamente un bóxer para darme el relevo. Yo ni siquiera me molesté en ponerme la ropa interior cuando terminé. 

-Bueno, ¿qué? ¿Nos dormimos? -pregunté, conociendo la respuesta de antemano.

Hombre, yo quiero querer un poquito -contestó él.

 

Me tumbé sobre la cama sonriendo y le besé. El sexo en parejas estables puede ser tan innovador como ambos quieran, pero tiene automatismos que se suelen respetar. Porque lo que funciona, funciona. Y nosotros siempre nos encendemos con besos en la boca que nos proporcionamos de costado sobre el colchón, él sobre mí, yo sobre él. Y, mientras tanto, nos acariciamos la cara, la espalda o el trasero con un creciente entusiasmo. 

Una introducción que aquel día también resultó efectiva. Cuando nuestras temperaturas habían alcanzado niveles adecuados, le pedí:

Chúpame las tetas.

Porque me encanta que apriete sus labios en torno a mis pezones, que los recorra con la lengua y que dé algún mordisquito suave. Y que, en algún momento, deslice su mano por la cara interior de mi muslo para escabullirse hasta el clítoris, y comenzar movimientos circulares con una presión suave que me deja rendida. 

Alcanzado el nivel máximo de excitación, me coloqué sobre él. Apreté mi sexo contra el suyo mientras le besaba y le dije:

-¿Quieres que te folle?

-Sí -contesté él.

 

Así que, presta, agarré su manubrio con la mano para introducirlo en mi vagina y sentir toda su profundidad dentro de mí. Comencé con movimientos circulares mientras lo observaba, con los ojos cerrados y la boca entreabierta. Después arriba y abajo, incrementando la velocidad. Así hubiera continuado hasta que se corriera, pero él sabe que me cuesta llegar con la penetración. Interrumpió el coito deslizando su polla tersa fuera de mí, y acto seguido anunció su intención de comerme el coño. 

Lo hizo, con la pericia con la que suele hacerlo. No sé si es que lo hace muy bien o solo como sabe que me gusta, porque son muchos años de experiencia, pero siempre acabo invadida por el placer, agarrando las sábanas, retorciendo los pies y gimiendo casi a gritos. 

-Espera, espera. Quiero ver cómo te tocas -le pedí. 

Siempre quiero hacer de todo durante el acto, antes de que me sobrevenga el orgasmo más intenso. Me gusta tener plena visión de él, de rodillas delante de mí, con su polla dura y dispuesto a todo. Me encanta ver cómo se masturba mirándome, y fue lo que le pedí aquel día. Se colocó entre mis piernas abiertas para hacerlo, dejándome espacio para que también me tocara yo. Mis dedos se resbalaban sobre la vulva, bien lubricada por los fluidos de la excitación y por su saliva. 

Ambos nos deleitábamos con la visión que el otro nos ofrecía, pero, como sentía que iba a explotar y necesitaba sentirlo de nuevo, le pedí que me follara

-Fóllame -dije, sin parar de tocarme. 

-No. Quiero que te corras antes -respondió él.

Hubo unos instantes de silencio, solo interrumpido por gemidos y jadeos. 

-Métemela ya. Por favor -insistí.

-No. Sin corrida no hay metida. 

Y entonces dejó su miembro para volver a hundir su cara en mi coño. Poco tiempo necesitó para llevarme al éxtasis, porque me había dejado a punto. En cuanto recuperé el aliento tras el orgasmo lo miré, pero no hizo falta que dijéramos nada más. 

Volví a colocarme sobre él, a introducir su polla en mi vagina y a moverme como sé que le gusta, y como me gusta a mí. Él se dejó hacer, ya rendido, con la satisfacción que le genera el placer y saber que me ha satisfecho a mí. Porque las personas más generosas son las que más disfrutan del sexo

La sesión terminó entre sus jadeos orgásmicos, mientras yo me recreaba en la cara que pone durante el sexo, que me encanta. Era hora de descansar antes de una nueva jornada intensa, habiendo agregado uno más a nuestra extensa colección de polvazos. 

 

Azahara Abril.