Era un sábado noche y estaba con mis amigos tomando algo en un pub musical muy bonito de la zona. Mi amiga Laura me dio un codazo y me hizo señales para que me girara. Al girarme vi que estaba justo detrás mío Eric.

Eric era un amigo mío desde los 12 años, habíamos pasado prácticamente toda la adolescencia juntos y aunque con los años el círculo de amistad que teníamos se disolvió, él y yo seguíamos en contacto.
Eric era un chico que llamaba la atención, era alto, moreno, musculado y tenía unos labios muy carnosos. Siempre bromeaba con que quería encontrar una chica como yo, tanto de forma de ser como físicamente, pero sin que fuera yo, porque según él, yo era como su hermana.


Nos saludamos, nos dimos dos besos y se fue con sus amigos.
Mientras estaba allí me llegó un WhatsApp de él que decía:


–   ¡Hola! ¿Qué hacéis después? ¿Os queréis venir de fiesta?


Yo justo lo leí cuando acababa de llegar a casa, le contesté que nos habíamos vuelto ya y que ya otro día nos apuntábamos.

Me dispuse a quitarme la ropa y ponerme el pijama cuando justo recibí otro mensaje de él:
–   Al final no hemos ido nosotros tampoco, estoy cerca de tu casa, ¿Nos vemos un rato?


Unos minutos más tarde, aparcó en un descampado que había cerca de mi casa y como hacía bastante frío, nos metimos en su coche.

–  ¿Qué guapa vienes, no? ¿Te has vestido así para mí? .- Dijo con mirada sugerente-. Antes no ibas así vestida.
Llevaba un vestido negro con escote y bastante corto, me encantaba ese vestido.


–  Bueno, técnicamente sí, me he vestido así expresamente, ya estaba en pijama.
–  Buff, ¡No me digas esas cosas! Voy a abrir un poco la ventana que empieza a hacer calor aquí dentro. 

Aunque sonrió en tono burlón, pude percibir que me hizo un repaso visual bastante descarado.
– No me digas cosas así, que después siempre me acabas soltando que soy tu hermanita .- Dije, dándole un golpecito en el brazo.
– Mejor salgamos a dar una vuelta, que si no se me va a olvidar ese pequeño detalle.

Cerré la puerta del coche y él estaba apoyado en el coche esperándome para irnos.


Lo vi tan guapo, con esos labios tan jugosos y esa sonrisa tan ÉL, que sin pensarlo demasiado, me acerqué a 2 centímetros de sus labios y le dije en tono sugerente:


–  Venga, dime que no.

Y no me dijo que no, no, me plantó un beso de esos que dices, ¡Buff, vaya morbazo que tiene! Y por un instante pensé, ¿Por qué hemos esperado tanto tiempo?
El beso se convirtió en más besos y llegó un punto en que el ambiente sí que estaba caldeado.


Me apoyó contra el coche y empezó a besarme el cuello, mordisquearlo, chuparlo.
Sus manos parecía que sabían el recorrido de mi cuerpo y entraron por dentro de mi sujetador, para amasar mi pecho y pellizcarme suavemente los pezones.
Después sus labios siguieron jugando con mis pezones, succionando y lamiendo hasta ponerme muy cachonda. Mis manos, sin pensarlo demasiado, fueron directas a su entrepierna y pude notar que tenía algo muy interesante entre las piernas, la tenía muy dura y por lo que parecía, muy grande.


En ese momento nos dimos cuenta que aunque estábamos en un descampado, estábamos en plena calle y decidimos entrar en la parte trasera del coche. Con todo el calentón que llevaba, empecé a desnudarle como si me fuera la vida en ello, y él hizo exactamente lo mismo.


Se puso encima y me apartó el tanga, que era lo único que me quedaba puesto.
Cogió su polla con la mano y me la metió con fuerza y noté como mi cuerpo se abría a él, lo noté muchísimo y eso me volvió loca, siguió una embestida, dos, tres… Y yo empecé a jadear y lo miré, él también estaba volviéndose loco con lo que estábamos haciendo hasta que, nuestras miradas se cruzaron.

Nos quedamos mirándonos fijamente, en ese momento de placer carnal, animal, puro y duro.
Y sentí vergüenza, la persona que estaba dándolo todo encima de mí era Eric, sí, Eric, mi gran amigo, confidente y hombro donde llorar cuando algo salía mal, era él. Y aunque fuera un chico muy atractivo, con una polla enorme y un morbazo que flipas, no dejaba de ser Eric.

Sentí vergüenza por cómo me vería desnuda, me sentí incómoda cuando nuestras miradas se cruzaron. ¿Qué estaría pensando? ¿Sentiría lo mismo que yo?
Entonces se separó de mí, me miró y nos quedamos callados.


Pude intuir que estaba un poco incómodo con la situación, aunque su situación abajo no parecía la misma, ¡Estaba en pie de guerra!


Intenté reconducir la situación y mi boca fue directa a su polla, pero cuando su voz se volvió entrecortada, volví a sentir la misma sensación y paré un segundo para mirarlo y no pude, no pude seguir, él estaba disfrutando pero tampoco se le veía cómodo con todo aquello. Así que decidimos mutuamente dejarlo ahí, sin orgasmos ni finales felices, a medias y con toda la situación ahí abajo contenta.


–  ¿Nos vestimos y te dejo en casa? .- Dijo a media voz.
–  Sí, será lo mejor.- Dije, sintiéndome fatal.


Y así es como un polvo que podría ser la hostia se queda en nada cuando te follas a tu mejor amigo. Así que si aceptáis un consejo por mi parte, no lo hagáis nunca, nunca os folléis a un amigo vuestro, no merece la pena.


Me dejó en casa y el momento de despedirnos fue muy incómodo, no sabíamos si darnos dos besos, uno, abrazarnos…
¿Cómo será a partir de ahora nuestra relación?, ¿seguiremos siendo amigos? Tengo muchas dudas sobre lo que pasará a partir de ahora, solo el tiempo dirá.

 

Oaipa