El mundo del sexo es amplio como el que más, y en cuestión de posturas ya no te quiero ni contar.

Si nos ponemos a ver el kamasutra y derivados no tenemos vida para probar todas y cada una de estas “maravillosas posturas”, pero así entre nosotras, tampoco es que haga falta.

El ser humano es un animal de costumbres, y en eso los españoles somos todos unos expertos, si ya se suma a que sea fácil, sencillo y eficaz, ¡para que queremos más!

Por eso, quizá no te sorprenda saber que la postura más extendida y usada es sin duda nuestro querido misionero. Es decir, la postura de ella tumbada y el hombre encima, un clásico de toda la vida.

Y la verdad, que si nos paramos a pensarlo un poquito esta postura lo tiene todo:

  • Comodidad, tanto para ella como para él, ya que en el sexo a no ser que cuentes con una elasticidad o una forma física digna de un dios griego, cuantas menos florituras mejor que mejor y más eficaz.
  • No cansa tanto, lo dicho, algo que sea práctico a la hora de fornicar al final será por lógica lo más usado. Esto no quiere decir que no puedas combinarlo con otras posturas más cansadas, pero que esta, tarde o temprano va a aparecer por comodidad, es un hecho.
  • Permite mirarse a la cara, y con el añadido de poder besarse. Ese contacto visual a ratos puede ser sumamente erótico, ya que verle la cara de placer al otro puede ser muy excitante y si además de vez en cuando le puedes dar un buen morreo, maravilloso.
  • Si nos movemos bien puede llevarte al orgasmo, ya que las mujeres nos suele costar más tener orgasmos con la penetración, esta postura permite el roce del clítoris si nos movemos nostras contra su pelvis acompañado de penetraciones suaves, puede ser todo un éxito.
  • Podemos controlar los ritmos, tanto si uno se acelera como si va demasiado lento con poquito podemos adecuar el nivel que mejor nos venga.

Si es cierto que no podemos basar toda nuestra sexualidad en una sola postura o una sola práctica y es que en la variedad está el gusto.

Por eso, las posturas que le siguen de cerca son el perrito y la cucharita, unas grandes del repertorio sexual de todo buen amante.

Al final todas las posturas no son para todos, y hay que tener en cuenta muchos factores, puede que un día te apetezca más ponerte encima y cabalgar a tu amado hasta el amanecer y otra estés un poco más perezosa y solo quieras hacer la estrellita de mar, y oye ¡todo es legítimo!

La comunicación siempre será clave para todos estos temas y entender que algo que encante un día, si se repite mucho sin variedad pueda aburrir o si se le coge el truco a algo y se quiere mantener no hay problema, todo es cuestión de hablarlo.