Ya lo hemos comentado, debatido y argumentado mil veces, ser feminista muchísimas veces es una putada, porque rompe estigmas, abre mentes, derriba barreras y te enseña las partes feas de cosas que creías bonitas. ¿Hay algo malo en todo esto? Pues por supuesto que no, pero nunca fue fácil ver cómo caían mitos y se derrumbaban todos tus principios y aspiraciones a tu alrededor.

Yo soy romántica, desde que tengo uso de razón. Siempre se me hace un nudo en la garganta cuando se besan en las comedias románticas, siempre me he quedado escribiendo en una libreta hasta las tantas cuánto quiero al que no me quiere, siempre he querido que alguien externo viniera a salvarme de mí misma, a enseñarme que mis defectos en realidad son virtudes y pamplinas varias que mira, menos mal que existe el feminismo y el amor propio para darme palizas emocionales porque qué mal estructurado todo.

Pero ahora una cosa os voy a decir: se puede ser feminista y romántica al mismo tiempo. ¿Cómo? Rompiendo con la idea preconcebida de romanticismo. Porque claro, ¿qué es ser romántica? Si ser romántica es querer, amar, deshacerse en sentimientos y sentir con intensidad, pues chica, ahí yo no veo nada malo. El problema viene cuando crees que necesitas al otro para poder sobrevivir o simplemente para estar completa.

No está mal querer compartir tu vida con otra persona, no está mal enamorarse, no está mal dejarse cuidar, no está mal querer tener citas en cumbres de montañas, con velas, violines de fondo y la luna enseñándote la cara oculta. Nada de eso está mal, todo eso está perfecto. Siempre y cuando seas consciente de que a fin de cuentas a quién necesitas ahí cuando acaba el día es a ti misma.

Las personas van y vienen, cada vez más. En nuestras generaciones el concepto del amor está cambiando con nosotros y yo no lo encuentro como algo negativo. Las parejas que empiezan juntas con dieciséis años y mueren juntas a los noventa están en peligro de extinción, lo de perdonarle todo al otro e intentar remendar los errores cada vez se ve menos, lo de anteponer las necesidades y deseos de la pareja a los propios tiene fecha de caducidad. ¿Pero eso es malo? ¿Está mal quererte a ti más que a nadie? ¿Está mal que tú seas lo primero? Pienso muchísimo sobre el tema y, sinceramente, creo que no.

Sinceramente creo que conforme nos desarrollamos como sociedad, se desarrollan nuestras formas de interrelacionarnos. El romanticismo jamás dejará de existir, pero tampoco dejará de crecer, de cambiar, de adaptarse. Yo no soy menos romántica que tú por no aceptar ciertas condiciones en una relación, tú no eres menos romántica que yo por no perdonar ciertos comportamientos, nadie es menos romántico que nadie por buscar relaciones amorosas entre iguales.

A veces me da rabia, porque si te paras a pensarlo, quién ha dicho qué es lo que está bien y qué es lo que está mal, quién ha definido las cosas y quién ha decido entrar a jugar el juego. Aquí lo único que importa a fin de cuentas es que seas feliz, fiel a ti misma y capaz de abrazarte al final de cada día. Puedes ser romántica, escéptica, idealista, realista o lo que te salga del alma, mientras te cuides duro y bonito, todo está bien.

El feminismo es compatible con absolutamente todo porque el feminismo es vida, a fin de cuentas. Lo único que tienes que hacer es adaptar cada sentimiento, cada objetivo y cada deseo a la idea de que somos iguales, independientes y necesarios. Sé la más romántica del mundo, pero jamás te olvides de serlo contigo misma más que con nadie.