Seis cosas que, si sufres de infertilidad, seguro has pensado:

  • Evadir eventos sociales: la imposibilidad para concebir se asemeja, en su forma más banal, a ese barro en el centro de la frente que llama la atención de los imprudentes. Los comentarios que si bien son inocentes, también hieren y molestan, son parte del día a día después de alcanzar cierta edad: “se te va el tren”, “¿para cuándo el bebé?”, etc. Pero en eventos sociales las preguntas o comentarios se repiten constantemente, como si fuese un pecado o un sacrilegio haber acudido a un evento sin una criatura guindada del brazo. Por eso a veces, nada más de pensar en todas las sonrisas que tengo que forzar y las personas a quien quiero mandar a callar, se me quitan las ganas de salir y de pronto un “Netflix and chill” es el plan más atractivo. 

  • El sexo deja de tener sentido: creo que el sexo tiene expresos propósitos en las diferentes etapas de la vida; cuando somos jóvenes y apenas lo conocemos, solo nos importa disfrutar, pero una vez que decidimos concebir, la energía se vuelca en eso, pero ¿Qué pasa si no es posible embarazarme, pero estoy en el mismo lugar que antes de saber de la imposibilidad? Con la misma edad, la misma relación, las mismas ganas… por mucho que no debería ser así, ese “¿Cuál es el punto de esto?” se cuela entre las sábanas.

 

  • “No soy la señora de los gatos”: cuando la sociedad descubre que no puedes ser divinamente bendecida con hijos, de pronto están a la espera de que adoptes un montón de gatos, o perros o hasta palomas como consuelo, como si fuese un requisito obligatorio de la infertilidad y vayan si o si de la mano. Pues resulta que no todas queremos un bendito gato.

  • “Esto va a arruinar mi matrimonio”: algunas personas, y parejas, decidimos que está bien no tener hijos, si no se puede, no se pudo y punto. Pero de vez en cuando pequeñas cosas detonan la decepción y preocupaciones iniciales de nuevo: ¿de verdad mi marido está bien con esto?, ¿Por cuánto tiempo? ¿Cuándo va a empezar a molestarle? ¿Cuándo va a decidir que puede hacerlo sin mí? La infertilidad también se parece mucho a un veneno suave, pero que en pequeñas dosis consume poco a poco.

 

  • La decepción familiar:  la relación de pareja no es la única que se ve acechada por el fantasma de la infertilidad, porque se siente como que también decepcionamos a nuestros padres al no hacerlos abuelo, a nuestros hermanos al no hacerlos tíos, y hasta a nuestras amigas al no poder ponernos al día con ellas y sus nuevas y ocupadas vidas de mamá. Es básicamente la sensación permanente de decepcionar a todo el mundo.

  • La lástima que inspiro: en algún punto, dependiendo de las ganas y el proceso, no me quedó otra opción que aceptar la situación en la que estoy, sin saber que hice para merecerla. Es todo un trabajo interno de amor propio y conciliación, pero es individual, y el mundo entero está ajeno al hecho de que me siento bien siendo quien soy, con la vida que tengo y las posibilidades que no, y ese mismo mundo considera que no solo esta bien sentir lastima, sino que además desean expresarlas, como una condolencia no bienvenida, a un luto que no tiene final, o que asumo terminará cuando ya no esté en edad de concebir y el resto del mundo lo acepte igual que yo.  

Danellys Almarza