Es vuestra primera cita, os conocisteis en una red social para ligar, y no precisamente para solteros exigentes, sino para solteros aburridos una tarde de sábado. Habéis hablado durante media vida, porque todos sabemos que las conversaciones de whatsapp son como los perros, (un año es igual a siete), y como Gran Hermano, todo se magnifica…y así.

Lleváis a cuestas una mochila cargada de cincuenta primeras veces. Asique una más, apenas tiene importancia. Las expectativas son bajas. Así no hay sorpresas desagradables. Porque yo siempre digo, que engañan más las expectativas que la realidad, aunque es casi inevitable idealizar de alguna manera lo que hay al otro lado: que podría ser el hombre de tu vida, podría ser Batman, o podría ser un chimpancé.

Pero esta vez no hay conversaciones de dos rombos, ni de medio, no hay fotos guarras, ni proposiciones indecentes. Te hace sentir extraña, 2014 ha sido un año muy porno. Será que estás quemada de que te utilicen. Será que él no es un cerdo. Será que los dos estáis en vuestras horas más bajas. Serán tantas cosas que mejor no pensar en ninguna. Quién sabe…

Y de repente, te ves ahí, en el sofá, escuchando canciones de Los Planetas, imaginando al hombre de tus sueños…y no.

Para qué alargar lo inevitable, si total, a lo mejor es un capullo más con el que vas a perder unas horas de tu vida, asique decidís quedar. Y con esa seguridad que da tener a las espaldas una colección de citas considerable, te plantas delante del armario, pensando en qué ponerte. Quizá un disfraz de chica formal. O puede que de zorra. Pero lo que aún no sabes es que ese va a ser el menor de tus problemas.

Días antes te vas de birras con tus amigos, que te preguntan si hay novedades: claro que las hay, tienes una cita.

-¿Otra?

-Sí, otra.

-¿Pero te gusta?

-Pues hombre, de momento sí.

-¿Y te lo vas a follar?

¡Bingo! He aquí el eterno dilema, porque llega un punto en la vida de todo ser humano donde te planteas cosas que nunca antes te habían supuesto un problema y que un día cualquiera, sin previo aviso…PAM, aparece…Follar o no follar en la primera cita.

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Tú, que te consideras una mujer liberal, sin tabúes, free-tanga, que siempre has hecho lo que te ha salido de ahí, del corazón, de ese que tienes entre las piernas, nunca te has planteado ese tipo de cosas, quizá porque estabas en otro punto. En ese punto donde lo que necesitas es que te arranquen las medias sin contarte media vida. Porque no siempre vas a querer conocer a alguien más allá de la cama. Por qué no decirlo, siempre que te has colgado de alguien, y te has acostado con él, se ha reducido, al final, a encuentros sucesivos dentro de la república independiente de tu cama ¿Casualidad? ¿Norma?, vivir con ese estigma es complicado. Puede que un día tuviera sentido, pero ya no. Porque se dice, se comenta, se rumorea en los sectores más conservadores que hay que esperar; y tú te preguntas…pero por qué? Pues porque sí, por que algunas voces opinan que el sexo en la primera cita es hacer un jaque-mate nada más empezar la partida, y que uno de los contrincantes se cansará tarde o temprano…y eso no mola cuando lo que en realidad quieres es quedar en tablas.

Usar el sexo como herramienta para mantener vivo el deseo de estar con alguien, a mi personalmente me parece muy absurdo. Es en este punto donde no me queda otra que opinar, como mujer, blanca y soltera…Porque si el objetivo de una persona es solamente el sexo, no importa si esperas más o menos. Querrá conocerte desnuda, nada más. En cuanto alcance su objetivo, se dará a la fuga, como si hubiera dado un palo a la farmacia de su barrio. Todo depende de si el interés es común, o en cambio va cada uno por sendas paralelas.

No os ha pasado, conocer a alguien, mirarlo a la cara, y saber que en ese puto instante que lo vais a pasar muy bien y que necesitas conocerlo? Hasta el punto de querer secuestrarlo, encerrarlo en tu habitación y tragarte la llave. Pues a mi sí. No sé muy bien cómo podría reprimir algo así, en serio. No se puede actuar con sentido común. Sería maravilloso, pero todos sabemos que es imposible.

Puede que la respuesta no esté en ninguno de los dos extremos. Se me da fatal pensar con la cabeza, de siempre. Y no seré yo quien recurra a clichés antiguos y frases sacadas de alguna novela rosa tipo «Haz caso a tu corazón», es simple:

Lo sabrás cuando lo veas, lo sentirás cuando lo toques. 

Autor: Lamarabunta