Ha pasado tanto tiempo que ya cuento esta historia riéndome, porque de lo surrealista que fue todo yo no sé como no me petó la patata.

Conocí a Pepe (nombre inventado porque no quiero remover mierda) por Twitter. Él me sacaba unos cuantos añitos, pero a mí me gustan mayores de esos que llaman señores, así que me importó un cagao’ la edad y empecé a hablar con él. Ahora que ha pasado tiempo lo veo con perspectiva y me doy cuenta de que Pepe solo quería follarme, pero por aquel entonces estaba convencida de que él se había enamorado locamente de mí.

Me comía la oreja diciendome todo lo que yo quería oír, lo especial que era, lo mucho que le gustaba, las ganas que tenía de verme y toda esa mierda que no se creía nadie salvo una chavala de 20 años sin mucha experiencia.

 

La primera vez que nos vimos fue brutal. Quedamos en Madrid porque vivíamos en ciudades con bastante distancia, así que alquilamos un hotelito y nos pasamos todo el finde follando como cerdos. Con el tiempo, empecé a olerme algo raro pero no le di importancia.

Cada vez que yo le sugería ir a verle a su ciudad él me ponía excusas como que estaba de mudanza, que andaba reformando la casa, que le gustaba más mi ciudad, etc. A mí me daba mucha rabia, pero como él era supuestamente maduro y yo estaba enchochada perdida, no quería perderle por actuar como una cría insegura. Durante los meses siguientes sobre todo nos vimos en la ciudad en la que yo estaba estudiando. 

Él no tenía Facebook, al menos que yo supiese, así que todo nuestro contacto era o en persona en cualquier lugar alejado de su ciudad o por WhatsApp, Twitter e Instagram, donde subió algún que otro stories conmigo (pero sin que se me viese la cara, por ejemplo una foto de nuestras manos entrelazadas para que os hagáis una idea).

Mientras yo vivía feliz de la vida en esta fantasía, mis amigas se empezaron a extrañar. Todos tenemos ese colega que parece sacado de C.S.I Miami, y en mi caso es mi mejor amiga. Como se olía algo raro empezó a buscar información sobre este señor. No había ningún Facebook con su nombre y apellidos y tampoco encontró información en Google, algo raro en pleno siglo XXI… Sin embargo, sí sabía a que se dedicaba él. Total, que buscó «fontaneros en Valencia» (profesión y ciudad inventadas, pero para que me entendáis) y fue comparando los resultados con perfiles del Facebook. Visto desde fuera mi amiga parece una puta loca, pero me «salvó» la vida.

Resulta que Pepe tenía otro nombre, sí tenía Facebook y estaba casado y con dos hijos (uno de ellos recién nacido).

Mi amiga me lo contó, lloré y le bloquée sin darle explicaciones. Estaba tan enfadada que no quería oír lo que él tuviese que decirme.

Empezó el debate interno sobre si contárselo a su mujer o no, y tras mucho meditar la agregué al Facebook y le dije todo. Ella flipó muchísimo, me dio las gracias por contárselo y ahí se acabó el contacto. Aun así me metí meses después en su perfil y vi que seguían juntos, así que yo esquivé una bala pero a ella le dio en todo el pecho.

Moraleja: no os fiéis de la peña que conocéis por Internet. Hay mucho cabrón que solo quiere echar un polvo y juega la baza de «enamorado» para llevaros a la cama. Si solo queréis un polvo, genial. Si os la suda que esté casado, pues genial también. Si queréis cerca a una persona decente que no engaña a su pareja HUÍD.

 

Anónimo