Debo de ser la única mujer en el mundo a la que no le da miedo que se le pase el arroz. Es más, me encanta ir cumpliendo años y ser cada vez más vieja porque eso solo puede significar que ya estoy más cerca de la menopausia. Y no es que odie especialmente (aunque también) lo de tener la regla, que si es un rollo, que si duele, que si qué incómodo y demás, es que me da un telele solo de pensar que tengo posibilidades de quedarme embarazada.

Como mujer, estoy en mi derecho a decidir que no quiero tener hijos, pero esto de mi miedo a los embarazos no es un derecho, es algo patológico. De hecho, dice la wikipedia que hasta tiene un nombre y todo: tocofobia, un miedo irracional al embarazo y al parto. Bueno, yo por ahora solo tengo pánico a quedarme embarazada, lo del parto es que ni me lo planteo.

Cuando era más joven, recuerdo que siempre me repetía a mí misma «si sales de fiesta, no folles, si sales de fiesta, no folles», porque a lo mejor con la copita de más me daba por pasar del condón y solo de pensar en eso se me revolvían las tripas. (Sí, sí, se me revolvían por pensar en embarazos, no por la calidad del calimocho). Y, efectivamente, pasé varios años de mi vida saliendo de fiesta y diciéndole al tío con el que ligaba (si ligaba, que tampoco era yo una fucker) «mira, mejor solo te la chupo», y prefería yo irme a casa con todo el calentón que tener relaciones sexuales estando borracha y pudiendo cometer algún descuido.

ardiendo

Después me eché un novio y, por supuesto, lo primero que hice fue empezar a tomar la píldora. Pero no se me quitaba de la cabeza eso de que la píldora no es segura al 100%, así que nunca jamás le dejé que eyaculara dentro. Aunque dejé al novio, jamás volví a dejar de tomar la píldora, pero continué tomándola en secreto. Vamos, que no es que me escondiera para tomarla o no se lo dijera ni a mi ginecóloga, es que mi paranoia fue a más y a los que no les decía que estaba tomando la píldora era a los tíos con los que me acostaba, así les obligaba a que usaran un condón. Doble protección, máxima felicidad.

happy

Lo peor de todo llegó cuando me fui a vivir un año al extranjero. Si ya se me ponían los pelos de punta solo de pensar que podría quedarme embarazada en mi país, me daba el ataquito si pensaba lo que debía de ser quedarse embarazada a seis mil kilómetros de mi casa. Ni se me pasaba por la cabeza, así que me agarré al clavo ardiente de la castidad y me tiré un año entero sin probar el amor carnal.

sister act

De todas formas, después de un año sin ñiki-ñiki, y sobre todo teniendo en cuenta que no lo había tenido porque no me había dado a mí la gana, no por no haber tenido la oportunidad, reflexioné y me tuve que decir a mí misma: «venga, mujer, que tampoco es para tanto, la gente no se queda embarazada tan fácilmente, no te vueltas tan locatis».

Desde entonces intento vivir mis encuentros sexuales con más naturalidad y pensando lo menos posible en las consecuencias biológicas. Y bueno, a veces me entrego al placer y me lo paso teta, pero reconozco que otras muchas estoy follando y solo puedo pensar «ay Dios mío que me sale un bombo en cuanto este señor me la saque» y, evidentemente, don orgasmo se pira y por allí no se le vuelve a ver.

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Total, que por mucho que ponga de mi parte, está claro que no voy a estar tranquila ni a disfrutar del sexo plenamente hasta que me venga la menopausia y ya solo un milagro bíblico pueda dejarme embarazada. Mientras tanto, seguiré al acecho de ese reducido grupo de hombres heterosexuales (si ya los hombres heterosexuales son cada vez más reducidos de por sí) a los que no les importa ponerse un condón para follar.