Dejadme que os aclare una cosa: cuando te crías con una abuela estrictamente religiosa que además se asegura de que vayas a un colegio de monjas hasta los dieciséis años y a uno de curas hasta los dieciocho, el sexo es un tema que conoces más de oídas, que por experiencia. Y si a eso encima se sumas que siempre he sido de tendencia más bien pava, os podéis imaginar que mi florecer sexual, esa etapa tan preciosa que todo el mundo idealiza, fue más bien un atropello de encuentros torpes, morro arrugao y, sobre todo, no parar de repetirme eso de: “¿y tanto bombo pa’ esto?”.

¡Ay, Dios, qué penita y qué dolor! 

¿Y todo este sufrimiento pa’ qué? ¿Para quedarme siempre con las ganas? ¡Me negaba a que esto fuera todo lo que livin’ la vida loca tenía que ofrecerme! 

Así que ni corta ni perezosa, cogí a una amiga y me fui a uno de los sex shops del centro de mi ciudad. Ya os lo podéis imaginar… si todos esos consoladores hubieran estado cubiertos de purpurina y fueran de chocolate no me hubieran hecho aún más ilusión de la que ya me hacían. Había tantos donde elegir: grandes, pequeños, monstruosos, realistas, de fantasía, el famoso conejito de Carrie Bradshaw… los ojos me brillaban y yo no sabía cuál llevarme a casa

Así que me dejé aconsejar y acabé con uno monísimo lila con 6 velocidades diferentes y un pintalabios muy cuqui y discretito para el bolso. 

Y, ay, amigas, bendito el día en el di el paso y me traje a mi pequeñín a casa. Ese sí que da buenas alegrías y no la selección ni sus chulazos. 

Cuando lo comento en círculos que no son los más íntimos (tengo la suerte de tener unas amigas casi tan curiosas como yo) sus preguntas y respuestas siempre son las mismas: 

—Si yo tengo novio, no me hace falta un cacharro de esos. 

O el famoso: 

—¿Y a tu novio no le importa que lo uses? 

Pues mira, no, a mi novio no es que solo no le importe, sino que es el primero que me dice que lo coja en cuanto las cosas empiezan a calentarse. Además, ¿de verdad sigue existiendo gente que cree que al tener novio ya está prohibido tocarse sola o, aún mejor, acompañada? 

Mi pequeñín es un elemento indispensable en mi relación y tanto mi chico como yo le damos el lugar de honor que se merece. Es juguetón, entregado, generoso y agradecido. ¿Qué más se le puede pedir? Ah, sí… que no se quede a medio gas en plena faena. A mí nunca me falta el paquete de pilas de 1,70€ del Mercadona y es mi mejor inversión del mes, eso os lo aseguro ;) 

¡Por favor, probadlo! Vaciad vuestra cabeza de prejuicios y que el mundo no sólo vibre, sino que explote sola, en pareja o en multitudes. Y esto será como comerse unas pringles… que cuando hagáis brrrrr, jamás querréis que haya stop. 

usar vibradores en pareja

 

 

 

Leara Martell

@learamartell