¿Sois ruidosas en la cama o mantenéis un silencio de seguridad?

Mi pregunta parece algo incoherente, pero mis últimas experiencias me han dicho que es mejor estar calladita antes de que te corten la conversación. 

Mi última experiencia me dejó algo tocada, pero he repasado algunas de las anteriores y es que no se salva ni una. 

Hace años me topé con una persona que, previo al sexo, necesitaba imaginar que tenía un cargo importante sobre mí para de ese modo excitarse. Os pongo en situación: a veces él era el casero y yo una mala inquilina que no paga el alquiler y entonces él se lo cobraba en carnes; o por el contrario él era un importante catedrático y yo una alumna de último curso que necesitaba la beca de estudios y sería capaz de conseguirlo de cualquier forma.

Supongo que os estaréis riendo y muriendo el asco a medias, pero hay muchos hombres que necesitan este rol para excitarse. 

Total, después de todo este teatro amateur sacado de cualquier videoclip de poca monta noventero, el susodicho follaba con intensidad y sin decir ni pío, pero con gemidos algo desorbitados como si Chewaka estuviera cantando el cumpleaños feliz. 

Cuando eso sucedía, me remontaba a 5 años antes, donde mi ex, que algún día contaré grandes anécdotas de él porque no tiene desperdicio, era más elocuente en momentos eróticos festivos que en la vida cotidiana. Era, y supongo que sigue siendo, un chico que siempre respondía con monosílabos y gestos, por lo que podéis imaginar que largas conversaciones intensas sobre la vida no teníamos, salvo cuando tocaba darnos placer.

Era posicionarse en el momento penetración y salía de él una retórica incontrolable en la que se montaba unas películas raras que no eran ni eróticas. Se ve que, al bajar la sangre al instrumento de dar amor, su raciocinio estaba preparado para contarme una milonga de futuro, de ilusiones y cuentos de princesas y príncipes, en lugar de decirme obscenidades y cochinadas para subir algo más de tono la escena erótica que estábamos viviendo en ese momento.

Sin embargo, hace tan solo unos días, empecé a quedar con una chica (sí, habéis leído bien, soy bisexual) y ella fue más drástica. Debo anotar hablaros de mi salida del armario (que fue a trompicones) y de lo difícil que es ligar con mujeres cuando estás “acostumbrada” a hacerlo con hombres, pero no me quiero andar más por las ramas. 

Total, estamos en ese momento de intimidad donde te pueden las ganas por saber qué quiere y cómo sorprender a la otra persona.

Yo saqué todas mis armas e intenté ser sensual y sutil y le solté al oído: “¿Qué es lo que más te gusta que te hagan?” Ella clavó su mirada en mí, se acercó sin reparos a mi oreja y me dijo: “Si me follas, no me hables”

Y así fue señoras, follé en silencio, sin venirme arriba por miedo a que mis gemidos orgásmicos en estéreo la asustaran. Pero he de decir que casi que lo prefiero, porque así te olvidas de tanta parafernalia y te centras en el momento, en el piel con piel y no en la historia porno mal diseñada que a veces son una tortura más que un aliciente. 

 

LauriLuu Fisher