El otro día estaba yo tan tranquila tomando algo con una amiga y contándole mis penas,  cuando de repente, me soltó que en ocasiones soy demasiado hermética. Así, sin anestesia ni nada. Y la verdad es que no supe rebatirlo, porque la pobre lleva más razón que un santo. A estas alturas de la película, ya me conozco al dedillo. Y aunque no es una de las cualidades de las que me siento más orgullosa, estoy aprendiendo a vivir con ello. Pero especialmente, estoy aprendiendo a trabajarlo, ya que en ocasiones, es una auténtica mierda. Así de claro.

Por eso, quería compartir con vosotras aquellas situaciones con las que os sentiréis identificadas si os pasa como a mí.

  1. Puedes hablar mucho, pero no contar nada. Y es que no tiene nada que ver una cosa con la otra. De mí nunca dirían que soy poco sociable, pero pocas veces cuento cosas sobre mi vida. Así de simple.
  2. Tienes un mundo interior totalmente desconocido para los demás. Porque no compartes tu verdadero ser con cualquiera. E incluso los que te conocen desde hace años, en ocasiones se sorprenden por una nueva faceta que sale a la luz de repente.
  3. Sufres más por lo que callas que por lo que hablas. El pez que se muerde la cola otra vez. Y tú ahí ya estás perdida.
  4. Desconfías de la gente demasiado arrolladora o que toca mucho. Yo es que llevo fatal que la gente no respete mi espacio personal. Y de las personas que hablan, hablan y hablan y te someten a un interrogatorio ya ni hablamos.
  5. Puedes parecer una persona fría. Y nada más lejos de la realidad. Yo siempre diré que las personas herméticas somos merenguitos incomprendidos. Duros por fuera, pero tiernos y dulces por dentro.
  6. Siempre te tacharán de ser rancia. Mi hermana es un oso amoroso con patas, por eso, parecemos la noche y el día. Con el tiempo, hemos aprendido que cada una demuestra el amor a su manera. Y aunque nos queremos con locura, yo siempre seré la arisca y ella la intensa.
  7. Usas tu hermetismo como un escudo. Porque cuanto menos te impliques menos daño podrán hacerte. ¿Te suena? Pues bien, ahora dime, ¿Te funciona? ¿No verdad?. Pues ya sabes. Aunque guardados bajo llave, tenemos sentimientos, así que no somos invencibles. Y menos si eres como yo y te pasa como en el punto nº 3.
  8. Pocas personas han visto tu lado más cariñoso y vulnerable. Por eso, cuando lo muestras, lo valoran y aprecian el doble. Y si no que se lo digan a mi hermana, que va contando las veces en las que yo tomo la iniciativa y le doy un abrazo de esos que dejan sin aire.
  9. Vivir relajada no es tu fuerte. Porque mantenerse a salvo es un trabajo de 24 putas horas. Y es agotador. Sólo con las personas más cercanas a ti eres capaz de sentirte 100% tú y te permites ser vulnerable.
  10. Has dejado de disfrutar momentos y/o personas por culpa de tu hermetismo. Porque ahí estás tú, deseando abrir tu corazón a una persona, pero te cuesta tanto, que decides dar media vuelta e irte. Y en el camino de vuelta, piensas en las ganas que tenías de tirarte a sus brazos, de darle un abrazo, de acariciarle…y en que seguramente está pensando que sí, que eres una rancia y una sosa.
  11. Iniciar algo con alguien que te gusta es un puto drama. Porque claro, no te conformas con ser hermética en general no. Si aparece alguien que te gusta, subes el nivel y entras en modo búnker. Y así no se puede chica. Hay que relajarse un poco.

¿Alguna se siente identificada? ¿O soy la única hermética en la sala?