Situationship, una forma de amar en estos tiempos

 

El “tú y yo, ¿qué somos?  Pronombres.” Es un meme bastante popular.  Hace unos años tú le decías eso a la persona con la que tenías una relación o algo parecido y te mandaba directamente a la mierda. Pero hoy en día, esa situación se está quedando en un chiste, en una anécdota graciosa que copa publicaciones en las redes. 

En mi época solo había dos opciones; o estar de rollo, que era cuando quedabas para darte el lote con alguien sin tener una relación, sin exclusividad, sin tener que dar más explicaciones o ser novios.  

Ahora sin embargo las cosas ni son tan fáciles ni son tan claras. Cuando conoces a una persona que te gusta y quedas con ella, todo se queda en un “sí, pero no”. Es decir, las citas no son citas, cuando quedas con intención romántica o sexual nunca se deja claro si esa intención es recíproca o no. Si de esa cita surgirá algo o solo será un café.  Si todo funciona y se pasa a algo más, tampoco se deja claro si será un encuentro aislado o se repetirá.

No se pide exclusividad, pero tampoco se deja claro si no tenerla puede ser un problema. El contacto no es constante, se puede pasar de estar mandándose mensajes cada dos minutos a pasarse días sin hablar.  

Y te pueden hacer “Ghosting,” que es desaparecer de tu vida de un día para otro sin dar explicaciones y encima sin que te puedas enfadar, porque en ningún momento se había dejado claro si había algo entre vosotros. 

Y claro, puede que para algunas personas esto pueda parecer normal, pero para mí, personalmente, cuando alguien me habla de algo así solo me viene a la mente un “¿Pero que cojones me estás contando?

A ver, que a no me parece tan difícil saber si alguien te gusta o no te gusta, si quieres estar con esa persona o no.  Pero al parecer eso es porque soy una antigua. Ahora lo que se lleva son las “Situationship”, o lo que es lo mismo, una situación amorosa en la que los involucrados tienen una conexión física y emocional sin etiquetas y sin proyectos a largo plazo, una forma de relacionarse en la que existe algo, pero, a la vez, no existe nada.

Al parecer la nueva generación busca nuevas formas de amar, no priorizan las relaciones románticas, donde no poner etiquetas les hace sentirse más libres.  De esa forma tantean todas las facetas sexuales y sentimentales sin necesidad de atarse ni a nada ni a nadie. 

Según dicen no es porque les de miedo el compromiso, es porque no les da la gana tenerlo. En esta sociedad llena de posibilidades, necesitan probar todo lo que el mundo les ofrece.  Es una manera de explorar y aprender sobre sus gustos y necesidades.  Al parecer entre ellos esto parece algo lícito, siempre y cuando se deje claro desde el principio, pero viéndolo en perspectiva, yo no sería capaz de vivir una experiencia así. Porque como idea puede que no parezca mala del todo, pero no se contempla la evolución de esta “situación indefinida” que puede ser desigual entre las partes. Quizás estar en una relación ambigua, desenfadada y en la que no hay proyección clara de futuro puede ser divertido por un tiempo, pero siempre me queda la duda de qué pasa después.  Si uno de los dos quiere seguir experimentando por un lado sin perder su bastión fijo, pero no definido y el otro está hasta el gorro de no saber que pasará al día siguiente, al final por mucho que se hablase en un principio, va a terminar en un drama.  

Y sí, puede que yo sea un poco antigua, pero a mi esto de la “situacionship” me parece una excusa para practicar el método “picaflor” de toda la vida. Que es cuando no hay un vínculo emocional real con la otra persona y lo que se hace es satisfacer necesidades mucho más básicas, o por puro aburrimiento, para qué nos vamos a mentir.  Porque en esta nueva forma de relacionarse flexible, libre, divertida y super moderna, hay mucho cerebro y poco corazón. No se contempla que los sentimientos nacen, crecen y pueden poseernos por completo sin tener en cuenta los estándares con los que hayamos intentado delimitarlos y olvidando que, finalmente, después de tanto explorar, cuando el amor llega, el de verdad, no hay modernismos que valgan. 

 

Lulú Gala.