Mi novio y yo llevamos un año y pico juntos. Nos conocimos de fiesta y esa misma noche se vino conmigo a casa. Yo no había follado tanto y tan bien nunca, así que en nuestro caso primero fue el sexo y luego vino el amor, vamos, que durante un tiempo seguimos quedando para follar y poco más, pero nos lo pasábamos tan bien que fuimos alargando el rato que pasábamos juntos antes y después del sexo, y añadiendo las típicas actividades de novios: que si ir al cine, que si cenar por ahí, que si un paseíto por el parque, o una excursión a la playa. Fue él quien sugirió que pasáramos a una relación formal, y a mí me pareció bien, total, al fin y al cabo estábamos haciendo lo mismo que si ya la tuviéramos. 

El caso es que, desde ese momento en que nos convertimos en novios, empecé a notarle raro en la cama. No mostraba las mismas ganas, o la misma motivación. Hasta entonces a los dos nos valía con pestañear tres veces y ya estábamos dándole como conejos, y el caso es que mi líbido seguía intacta, pero yo percibía que él andaba bajo de lo que viene siendo cachondina. 

Le planteé el tema, porque la verdad, es que podemos hablar de cualquier cosa y nos entendemos muy bien, y como si hubiera estado esperando a que se lo preguntara, enseguida me admitió que sí, que se notaba flojo en cuanto al sexo en pareja, pero solo en pareja, o sea, en resumidas cuentas, que en su tiempo a solas se la pelaba como un mono. Al principio flipé, claro, a nadie le gusta que su propio novio le diga que prefiere apuñalarse la entrepierna a follar con ella, pero cuando él propuso probar con porno, a ver qué pasaba, no tenía yo nada que perder, así que le dije que vale. Yo hace tiempo sí que veía porno casi a diario, pero después de leer acerca de la industria, decidí quitarme. Aun así, acepté, en parte por ver si el asunto mejoraba así o era algo ya irrecuperable. 

Nos costó un poco ponernos de acuerdo, porque el porno que ve él y el que veo yo son dos mundos distintos, pero bueno, al final tiramos del clásico vídeo casero, que lo más básico siempre funciona. Fue muy bien para los dos, hacía tanto que no follábamos así… Y claro, a mi me pareció que aquello había sido como una píldora mágica y que mi novio ya volvía a ser el de antes. Lo que no pensé, desde luego, es que a partir de ese momento ya solo follaríamos así. Al día siguiente, me vino por detrás mientras me lavaba los dientes, y aquello estaba más duro que un calcetín lleno de tierra, pero enseguida escuché los gemidos que salían de su móvil. Y así día tras día, tras días. 

Y claro, las tornas han cambiado. Él tiene ganas de zumbar todo el rato. Cada vez que salgo de la ducha, cuando me estoy vistiendo, cuando nos cruzamos por el pasillo, o cuando me pilla haciéndome el desayuno. Cualquier momento es bueno para arrancarme la ropa y ponerme mirando a Cuenca. Pero en cuanto estamos ya en plan, siempre saca el móvil, se mete en algún canal de Telegram, y empieza la sesión. Y ojo, que si yo estoy de espaldas, se lo mira él solo y tan contento. Y por ahí yo no paso. ¿En serio solo puedo aspirar a que mi novio me folle casi sin mirarme a la cara? Me niego. 

Así que he decidido poner todas mis carnes en el asador y quemar un último cartucho. Le he robado a mi hermana pequeña el aro de luz ese de quiero ser influencer, he esperado a estar sola en casa, y me he grabado un vídeo X. Ha quedado bien guarro y bien casero, así que en cuanto vuelva a casa haré la prueba, a ver qué pasa. Lo he visto varias veces y no está nada mal para ser el primero. No creo que falle, pero si falla, mando a la mierda a mi novio y me abro un onlyfans. Os juro que me forro.  

 

Anónimo

Envía tus movidas a [email protected]