Esa soy yo y todo lo que implica. Tengo un chico con 18 años y otro con 10 años. Edades complicadas, cada uno con lo suyo, pero nada que no se pueda llevar con muchísima paciencia y mucho cariño. Son edades sobre todo la del mayor a día de hoy que no tiene nada que ver con mis 18 años ni de lejos, pero ahí vamos sobreviviendo.

Pues contaros que yo desde muy pequeños he intentado estar muy cerca de mis hijos e indagar en las compañías que han tenido, sobre todo las del mayor, porque el pequeño está despegando ahora.

Yo sigo celebrando cumpleaños, multitudinarios, con muchos amigos, para ver con quienes se juntan. Compro, organizo, preparo y ya cuando llegan los amigos, pues nos vamos y los dejamos celebrar.

No os podéis imaginar lo que me he encontrado a la vuelta, cosas rotas, muebles desarmados, comida y bebida tirada en cualquier sitio…… Cada año digo este es el último, pero no aprendo, porque vuelvo a repetirlo con más ilusión si cabe que el anterior.

Esos fueron los comienzos y los amigos decían como mola tu madre. Yo siempre dispuesta a que se quedaran en casa a dormir, si salíamos fuera a llevarnos algunos, incluso de vacaciones para que los míos estuvieran entretenidos. Incluso si había ropa que los míos no utilizaban y había amigos que les podía venir bien pues arreglado. Algunos reyes que yo sabía que algún amigo no podía tener regalo por las condiciones económicas de la familia, llamaba a su madre y algún detalle tenía.

 Pues la madre de Isra, que así se llama mi mayor, ya parece la madre de todos. Que tienen una fiesta me pasan fotos para que les aconseje con la ropa. Que es el cumpleaños de alguna novieta me mandan un bizum para que les compre algún regalo de tiendas on line que yo sé lo que les puede gustar. Que se quedan tirados con el coche, pues ya estoy yo allí para recogerlos. Que se han pasado un poco y no están para conducir, pues me llaman y nos organizamos. Que hay carnaval, pues llamamos a la madre de Isra que seguro que se le ocurre algo genial y económico. Que hay ruptura pues nada a llorar. Que necesitan trabajo pues yo que tengo muchos contactos y algo bueno les encontraré y como esto muchas más cosas.

La verdad es que les riño mucho y soy muy pesada, para que lleven cuidado con todo. Luego ya harán lo que quieren y me imagino que me contarán también las películas a medias, pero es lo que tiene la adolescencia. Se cierran al mundo, la gestión emocional va regular, hay momentos que no se aguantan ni ellos y lo quieren descubrir todo muy pronto y muy rápido. Pero al final necesitan a alguien con quién confiar, que les deje equivocarse y aprender. Y yo mientras me dejen quiero seguir siendo la madre guay a la que pueden llamar en caso que les suceda algo.

 

Isora