Sí, soy una bruja.

No, no me médico.

No, no tengo varita mágica pero sí que tengo poderes…

Y tengo que decirte que quizá tú también seas una bruja.

 

¿Lo comprobamos?

1.- Nos reunimos en aquelarres.

Aunque yo personalmente prefiero llamarlos “sabados de fuegote”. Consiste en reunirte con el resto de tus «brujas» a tomar “pócimas” y bailar J. Balvin como si estuviéramos poseídas. Y en mi caso, además, practicamos el ritual del perreo.

2.- Tienes al menos un gato. No tiene por qué ser negro.

No, no se llama Salem ni habla pero a veces acojona cuando se queda pillado mirando a un punto fijo y de repente huye despavorido. ¿Qué demonios verá?

3.- Estás soltera.

No se es una buena bruja si no se está soltera. Eso es de primero de brujería, no me joder. Y además si eres un poco borde o no te gustan los niños ya entras por la puerta grande.

4.- Tienes momentos de clarividencia.

En mi pandilla esto se conoce como los “TE LO DIJE”. Ocurren más veces de lo que crees e incluso a veces pueden ser “deja-vus”. Ese tío que te deja porque sólo te quería para cuando se aburria… oh wait, esto ya lo has vivido antes…

5.- Tienes poderes.

Vale, no tenemos varita mágica pero ¿qué me dices de los conjuros?

¿No te has mirado alguna vez en el espejo y te has dicho: «a por todas«? O un “tú puedes”. Y ¿qué ocurre al final? Que te ha salido bien.

Y ¿qué ha pasado cuando estabas en la mierda más absoluta? Tú sola has salido de ella, con la cabeza bien alta. Si esto no es un superpoder, yo no sabría definirlo mejor.

 

Y falta el punto más importante:

ERES MUJER.

Así que si ser sabia, no tener pareja, ser mujer, que no te gusten los niños y salir con tus colegas hasta que se pone el sol… es ser una bruja:

 

 ¡QUE VIVA NUESTRO AQUELARRE HERMANAS!