Soy una gordiflaca de manual. Siempre lo he sido y he aprendido a actuar diferente en función de con quien hablara o en que entorno me moviera. 

¡Espera! Lo sé. Estás pensando, ¿Qué es gordiflaca? Pues tan sencillo como ser de esas personas a las que las chicas más entradas en carne consideran una persona flaca, pero que por el contrario, las chicas de menos kilos, consideran, digámosle, ‘rellenita’.

Siempre me he considerado una chica del medio, y me acostumbré a describirme a mi misma como “una chica ni gorda ni flaca” cuando alguien preguntaba por como era mi físico, por ejemplo en una app de citas o cosas de esas. 

Mi talla siempre ha rondado la 40 o 42, aunque en algunas etapas llegue a moverme en 38´s o 44´s, la gran mayoría del tiempo me he mantenido en un peso más o menos estable, desde la adolescencia incluso. Soy muy alta y eso hace que, por un lado, mis kilos queden un poco de lado, y por otro, todo el mundo me considere una chica “grande”.

Si tengo que elegir la palabra que más me ha acompañado a lo largo de mi vida, diría que sin duda ha sido “pero”.

No estás gorda, pero

Te queda bien, pero

No necesitas dieta, pero

Estás flaca, pero tienes muslazos, o culazo, o cualquier -azo que no vaya en consonancia con el resto de nosotras

Porque a las gordiflacas siempre hay alguien que nos encuentra el “pero”, ya que no encajamos en ningún sitio. Y aunque no lo parezca, siempre hemos sido objeto de crítica. Si separamos las tallas en dos bandos, nosotras estamos en medio, sin pertenecer a ninguno. 

Nos tragamos las miradas al entrar en las tiendas de tallas normativas mientras sabemos perfectamente que más de una de esas miradas va acompañada de un pensamiento de “para ti no hay talla”. Mientras que esas mismas miradas se acompañan de “esta tienda no es para ti” cuando intentamos comprar algo en los comercios dedicados a las tallas plus size.

No encajamos. Algo así como los ornitorrincos, que no se sabe que animales son, a qué especie pertenecen, donde ponerlos. Los gordiflacas somos, sin duda, los ornitorrincos de las tallas. 

Y ahí he vivido siempre. En el limbo de asumir mis kilos o la idea de adelgazar para encajar aunque fuera en un bando porque sentirse en medio, siempre ha sido difícil.

 

Inés Rodríguez