Yo no sé. De verdad, a veces no entiendo la vida, el universo, el karma, la existencia y la madre que los parió a todos, en especial a la madre que parió a mi novio. Por qué, por qué señora mía, tiene usted esa capacidad, ¿esa conexión mental para detectar cuándo le meneo el rabo a su hijo? Por favor, déjeme comerle la polla en paz, también se lo digo, que a veces tengo yo la boca llena y el niño al teléfono.

Que no es por malpensar. Pero vaya que la señora haya puesto micros, cámaras o vete tú a saber en nuestro hogar, porque esto no es normal. Os voy a contar lo que pasó ayer mismo: mi novio me sonríe de soslayo después de la ducha, aprieta los músculos y se dirige todo digno y medio mojado al dormitorio. No necesitaba más señales para activar la polvoseñal, mi coñito a punto nada más verlo, así que nos fuimos a la cama dispuestos a darlo todo (y a darles de qué hablar a los vecinos).

Pues estamos en plena faena, aún en los momentos de darnos placer el uno al otro para estar a tono, que no llama la buena mujer justo, justo en ese momento porque tenía que consultarle algo muy urgente a su amado retoño: «Cariño, ¿el domingo qué quieres para comer? Tengo carne, pescado…». La unión armoniosa de la carne y el pescado era lo que estaba a punto de producirse antes de que usted llamara, señora. Y ahí se tiraron un rato hablando los dos de comer, pero entre nosotros no nos comíamos nada, de modo que se me bajó todo el calentón y me fui a ver Netflix.

Hoy pensé que era el día: el día escogido para darlo todo, para correrme como una loca cabalgando como una loca sobre mi pareja, cuando de pronto suena el móvil desde el salón con su horrible sintonía de Star Wars. Que sí, queridas, que se puede ser friki, pero en esos momentos odié la música, al director y toda la saga entera. Que me estaban cortando todo el rollo vamos, y sabía perfectamente quién era.

Mi novio me pide que no pare, que no pare que está a punto, pero yo ya es escuchar una musiquita o un timbre y se me quita toda la emoción. Le digo: «Lo siento cariño, mejor después» y me tumbo en la cama a pensar sobre las verdades de la vida en el universo. Yo ya no entiendo nada, y aquí estoy.