¿Sabes cuando de niña tus padres te decían que le dieras un beso a tu tía la del pueblo y tú decías que no? Pues ojalá de adultas nos saliese tan bien rechazar cosas.
La vida es para ser feliz, no para llorar más de lo que nos toca por cuenta de seres que no saben mantener su fluido tóxico dentro de su propio sistema.