Si tengo que decir finamente hasta donde estoy de harta de lo que vengo a contaros, diría hasta el mismísimo. Lo que pasa es que yo de fina tengo poco así que mejor os lo comento tal y como suena: estoy hasta el coño.

En algún momento de la historia alguien decidió que los adjetivos ‘fea’ y ‘gorda’ iban juntitos de la mano. Tan juntitos iban que pasaron a ser sinónimos y la sociedad empezó a dar por hecho que eran la misma cosa. Si lo piensas bien parece que nuestro cerebro está programado para decirlos casi seguidos ‘gordafea’, así, vomitao.

Pobrecita qué fea
Pobrecita qué fea

Da igual los rasgos que tengas, tus proporciones, tu sonrisa cautivadora o tu personalidad chispeante. A la que tienes unos kg de más pasas al saco de las feas. Te conviertes automáticamente en ‘la cosa’ a la que los tíos por las noches no se quieren acercar y a la que gritan desde los coches con la ventanilla bajada y la música a tope: FEAAAAAAAA.

Pues no amigo. Vengo a desmontarte el tinglao. Llámame gorda si quieres, que lorzas tengo unas pocas, pero ¿fea? FEA NO. Sobre todo si no me has visto ni la cara, que me has insultado de espaldas. 

No me malinterpretéis, no hay que llamarle nada a nadie, ni por la calle ni en ningún sitio. Ha sido solo un ejemplo barriobajero ( y desgraciadamente habitual) para que entendamos hasta qué punto nos hemos creído eso de que todas las gordas son feas.

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Pues resulta que hay gordas feas, claro que sí, pero es que también las hay preciosas. Hay gordas con la inteligencia justa para pasar el día, y las hay brillantes que ejercen puestos importantísimos donde menos te lo esperas. Hay gordas inseguras, pero es que también hay gordas que en vez de hamburguesas se comen el mundo y no dejan que nadie las haga sentir inferiores solo porque no son lo que la sociedad espera.

Que por encima de un adjetivo como GORDA somos el sustantivo PERSONA. Cada cual con sus virtudes, defectos y cosillas a mejorar. Y que la belleza poco tiene que ver con los kg que marca la báscula… ¡a ver si nos enteramos!

Somos discriminadores por naturaleza, hasta los que lo vivimos alguna vez. Porque en los estados de Facebook y de la boca para afuera, todos pregonamos la aceptación y la tolerancia, pero sólo al ser diferente, entendés la ficción manifiesta que implican todas esas declaraciones públicas, muy sentidas, pero contratando para laburar sólo a la que tiene buen culo, aunque la gorda sea ingeniera nuclear – Mia Crucet.

Autor: Fattie Bradshaw

En las fotos: Natalie Means Nice