Desde que fui madre de mi segundo hijo, trabajar fuera de casa se me hacía super duro. Trabajaba en comercio por lo que pasaba muchas tardes y fines de semana fuera de casa. Apenas veía a mis hijos y me estaba perdiendo muchas cosas.

Lo pasé tan mal cuando tuve que reincorporarme al trabajo después de la baja por maternidad, que decidí que era el momento de cambiar de vida y buscar otro trabajo que me permitiera encargarme de mis hijos.

A la hora de ponerme a buscar, si una cosa tenía clara es que quería teletrabajar. En los últimos años, trabajar desde casa ha ganado mucha popularidad porque tiene unos beneficios claros ante el trabajo presencial. Eliminas tener que desplazarte, tienes una flexibilidad horaria y, en mi caso, la oportunidad de estar en casa con mis hijos.

Pero la realidad del teletrabajo no es tan bonita como lo pintan.

Yo decidí liarme la manta a la cabeza, dejar mi trabajo como dependienta y hacerme freelance. Encontré varios clientes, páginas web donde colaborar, alguna red social que llevar y todo parecía de color de rosa. Dejando de lado el tema autónomos, que es un completo caos, pero es un tema del que no os vengo a hablar hoy, quizás en otra ocasión.

Todo está muy bien, trabajar desde casa es super práctico, lo mejor del mundo mundial y todo eso, hasta que se pone malo uno de tus hijos. Teletrabajar con un niño en casa no es tarea fácil. Él está malo, pero la fiebre no le impide querer ver la tele o jugar en el salón con cacharros que hacen todo el ruido del mundo. La concentración a la mierda.

Pero hay algo peor que un niño enfermo en casa cuando tienes trabajo, y son los dos niños sanos y en casa porque no tienen clase.

Los días que no hay cole, esos que llaman los maestros “no lectivos” son una auténtica tortura. Los niños están en casa, se aburren, se pelean, tienen hambre, dan por saco… ¡de todo un poco!

Os aseguro que cuando los niños están en casa, mantener la concentración en las tareas laborales y ser una trabajadora eficiente, me resulta muy complicado. Los ruidos, las distracciones y las interrupciones frecuentes me generan un retaso importante y mucho estrés. Al final, acabo dejando cosas para terminar cuando ellos se van a la cama, lo que supone privarme de horas de sueño para acabar los trabajos en el plazo establecido.

A otro tema que yo le veo muchas lagunas es a los horarios. Soy autónoma y me organizo un poco como quiero. Pero me he dado cuenta de que cumplir con tus ocho horas de jornada laboral como en cualquier otro trabajo es imposible.

Dejo a mis hijos a las 9 en el colegio. Cuando quiero llegar a casa son las 9:30h, a veces algo más tarde. Tengo que recogerlos a uno a las 15:30h, porque aún esta en la escuela infantil y sale antes, y al mayor a las 16h. Con lo cual, salgo de casa a las 15h. Si calculáis de 9:30 a 15h no salen 8 horas, y ya si quitamos el tiempo de sentarme a comer o de organizar un poco las tareas de la casa, mucho menos. Al final, acabas utilizando parte de la tarde o de la noche para trabajar.

Otra gran desventaja que le veo al trabajo desde casa es que te aísla de un entorno profesional. No vas a una oficina donde un compañero te puede echar una mano ante un bloqueo creativo o resolverte una duda. Al final estás sola, con el tiempo dividido entre tus hijos, las tareas domesticas y el trabajo.

Tu tiempo libre se reduce a la mínima expresión. Yo paso días sin hablar con adultos, más allá de mi marido. Porque no tengo tiempo ni para quedarme con las otras mamás charlando en la puerta del cole. Duermo poco, porque a veces tengo que quedarme trabajando y otras porque mis hijos aún no duermen del tirón. Al final voy por la vida como un zombi y hay días en los que mi salud mental es bastante cuestionable.

Creo que trabajar desde casa siendo madre presenta múltiples desafíos que van más allá de la simple gestión del tiempo. Las interrupciones constantes, la falta de concentración, el agotamiento y la sobrecarga mental son solo algunas de las barreras que encontramos las madres en esta situación.

Aunque el teletrabajo ofrece flexibilidad, en la práctica puede traducirse en jornadas interminables que a menudo se extienden hasta la madrugada, afectando tanto la vida personal como la profesional. Para muchas madres, el equilibrio entre el trabajo y la familia sigue siendo un reto diario.