El regreso al trabajo tras el permiso por maternidad es una de las cosas más difíciles que he hecho en mi vida. Reconozco que en un principio tenía ganas de volver a trabajar, de recuperar un poco mi vida, mi independencia, de empezar a relacionarme con adultos que no hablaran de pañales y cacas.
Pero cuando llegó el momento, la ansiedad y la tristeza se apoderaron de mi cuerpo. Mi bebé tenía 6 meses recién cumplidos y tenía que dejarlo en la escuela infantil, con una desconocida. Mi pequeño, que en su corta vida solo había conocido los cuidados de sus papás, ahora se quedaba en un aula, con otros bebés llorando y una profe para todos ellos.
Para más inri, yo me incorporaba a un trabajo que detestaba, pero que necesitaba para pagar las facturas a final de mes. Así que ya os podéis imaginar las ganas y la motivación con que iba a trabajar cada mañana.
Aunque supongo que, si adorara mi trabajo, tendría la misma pena por dejar a mi pequeño sin su mamá unas horas.
Mi primer día de trabajo después del permiso por maternidad estuvo marcado por un sentimiento abrumador de culpa. Dejar a un bebé tan pequeño en manos de otros me generó una preocupación desmedida. ¿Estará bien? ¿Estará llorando? ¿Habrá comido? ¿Se habrá echado su siesta mañanera, esa que se echaba cada día en mis brazos? ¿Habrá sido capaz de dormirse en una fría cuna, sin que su mamá esté allí con él?.
Cuando lo recogí a las cuatro de la tarde, lo abracé con la idea de no soltarlo nunca más. Hasta la mañana siguiente, porque yo me tendría que volver a ir a trabajar. Y entonces deseé ser millonaria para no tener que ir nunca más a trabajar y quedarme en casa con mi hijo.
Creo que es una opinión unánime: dieciséis semanas de baja por maternidad no son suficiente.
Yo me cogí días de lactancia y acumulé vacaciones, y pude alargar el tiempo de estar con mi bebé hasta los 6 meses, en lugar de 4 meses que es lo que dura el permiso por maternidad, pero 6 meses tampoco son suficientes.
Dejar a tu hijo tan pequeño en la escuela infantil o con una persona que lo cuide, no es plato de buen gusto. Ni si quiera, dejarlo con tu padres o con un familiar te deja más tranquila. Las mamás queremos estar con nuestros hijos.
Además del aspecto emocional, el retorno al trabajo también presenta otros desafíos, como es tener que rendir al cien por cien, ser igual de productiva como cuando no eras madre. Lo siento pero a mí las noches sin dormir debido a las demandas del bebé me dejan exhausta, y por muchos cafés que me tome, mi rendimiento es imposible que sea el mismo que meses atrás.
La presión de rendir al máximo nivel sin que se note que ahora eres madre añade una capa adicional de estrés a esta ya difícil situación. Las mujeres nos enfrentamos a la obligación de equilibrar nuestras responsabilidades laborales con las demandas de la maternidad. Al final, esta presión nos provoca la sensación de que nunca estamos haciendo lo suficiente, ese sentimiento de no estar haciendo las cosas bien en el trabajo y encima tener a nuestro bebé en manos de otra persona.
El regreso al trabajo después del permiso por maternidad es una profundamente personal y única para cada mujer. Para mí, fue, y sigue siendo, muy duro dejar cada mañana a mi peque en la escuela infantil. Ahora sé que está bien, no me pregunto si habrá comido o si estará llorando porque sé que se ocupan de él grandes profesionales, aún así, me sigue provocando mucha angustia separarme de mi hijo cada mañana.