Tener amigos que son pareja no es tan maravilloso y te cuento por qué. Hoy vengo a reflexionar sobre un tema sobre el que (con la edad) he ido aprendiendo a gestionar. Primero me fue útil y al cabo del tiempo más bien se ha convertido en mi puta salvación ante cualquier drama, y más cuando puedes ir aplicando la experiencia en otros ámbitos de tu vida… Y ves que sí, ¡funciona!

¿A qué me refiero de mis amigos?

Fácil: ¿Sabéis esa amiga (conocida, familiar, compañera de trabajo o vecina) que te cuenta todos sus rollos y problemas con infinitos detalles? ¿La que te pega la chapa una y otra vez y luego no hace ni puto caso de lo que le dices? ¿La que ronda el mismo problema mil veces sin solucionarlo? Pues yo tengo dos y encima son pareja.

En nuestra juventud, sobre todo en los inicios de su relación, tuvieron muchos baches que superar y en cada uno de ellos yo estaba en medio. Como toda buena amiga hubiera hecho, cuando aparecían los problemas ambas solían acudir a mí y al principio si me mojaba y daba mi (sincera y humilde) opinión. Hubo una época que funcionó, pero pasados los años me di cuenta de que “estar en medio” no era buena idea. Los problemas de pareja son de dos, no de tres.

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Puedes guiarle a encontrar la solución, validar sus emociones y hacer que reflexionen sobre sus actos, pero nunca intervenir de forma directa ni dejar ver tu opinión real (repito: a no ser que te lo pidan de forma sincera, entonces tendrás que respirar hondo y ser de lo más asertiva y correcta que puedas). Quiero decir que no vale soltar la bomba y acabar con un “pero bueno, tú haz lo que quieras” o un “aunque eso es lo que haría yo”. No, porque entonces proyectamos nuestra forma de afrontar cada situación en los demás. Hay que dar el consejo desde la empatía y evitar dictar una solución. Es mucho mejor darles las herramientas y la guía para encontrar por si mism@s como gestionar el problema.

 

Un psicólogo nunca te dirá “esto es lo que tienes que hacer”.

Lo que hacen es hurgar en tus pensamientos y reflexiones hasta que poco a poco aprendes a reconocer el funcionamiento de tu cerebro y cómo piensas o reaccionas, y así sepas qué hacer. Como sabréis existen varios tipos de terapia, así que según su “filosofía” trataran de guiarte en la búsqueda de tus respuestas de una forma u otra.

Pues con mis amigas pasó lo mismo; con los años he ido probando diferentes formas de ayudarlas. Ser su amiga y estar allí para ellas. He cometido muchos errores que me han hecho aprender y finalmente he dado con lo que a ellas les funciona: Con ellas he aprendido a “ser todo oídos” y a no opinar ni intervenir, a no ser que me pidan consejo de forma explícita. Simplemente, hay que sentarse a escuchar, asintiendo de vez en cuando, y así reafirmar su opinión (cuando tiene lógica) o pararles los pies (cuando se le va de las manos).

 Lo importante es ser justa y nunca ponerse del lado de nadie, porque el ser humano ante una crisis lo que necesita es desahogarse y que se los escuche, no la solución a todos sus problemas o un gran debate sobre lo certero que ha sido su discurso.

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Y este consejo lo doy desde MI experiencia, puede ser válido para otras personas y llegar a funcionar, o puede acabar por generar más conflictos: Siempre dependerá de los amigos que tenemos delante y del problema que tenga.

  • Hay quien necesita que le escuchen (aunque sea hablando del mismo problema de forma repetida durante años) porque lo único que necesita es desahogarse.
  • Hay quien te pide consejo (“¿tú que harías?”) y necesita una respuesta clara, aunque luego no haga caso.
  • Hay quien monta un cirio descomunal para sacarlo todo y a los cinco minutos se le ha olvidado.
  • Hay quien está mal, pero es incapaz de compartir su malestar, por lo que para ayudarle debes acribillarlo con preguntas incómodas hasta que decide confiar en ti (ojo con estos: Debes encontrar el equilibro porque como te pases, se cierran en banda y no hay forma posible de que te cuenten nada).
  • Hay quien quiere atención y que le dediques tu tiempo porque el objetivo no es compartir el problema, quieren que estés a su lado.

Con los años he aprendido que cuando tenemos un problema acudimos a quien más confiamos y mejor sabe «como llevarnos» cuando estamos en crisis. Eso es porque conocemos a las personas que nos rodean y sabemos cómo tratarlas cuando están pasando por un mal momento: Y eso es la amistad. Acoger a cada ser querido con sus circunstancias y saber estar a su lado, a las duras y a las maduras. Y con mis amigas así es.

 

Moreiona