Siempre digo lo mismo, pero tengo que empezar a conocer gente fuera de Tinder.

En las últimas semanas me he encontrado un elenco digno de cualquier serie de zombis. No pienses que es porque sean poco agraciados, sino todo lo contrario.

Una de mis últimas conquistas por Tinder me tocó la vena sensible y me cautivó. Estaba bastante cansada de que todos quisieran quedar a la primera de cambio, que me preguntasen mis medidas como si yo fuera un sofá y que quieren empotrar en su salón.

Sin embargo, este galán me preguntaba por mis opiniones, mis gustos y me dedicaba por las noches canciones de Álex Ubago. Seguro que deduces que caí como una imbécil a sus pies, pero yo no sospechaba que era pura estrategia.

Cuando quedamos, me preparó una cita preciosa. Me subió a la azotea de su edificio y me explicó detalles sobre las constelaciones y demás. Es algo que siempre me ha gustado mucho, pero no tenía ni idea.

Luego, había preparado cojines en el suelo y tres de mis pelis favoritas. Hizo una de las cenas que me chiflaba y decoró la mesa con flores de mi color favorito.

Seguro que hasta ahora no entiendes por qué digo que esta personica es una personaje donde los haya, pero sigue leyendo y lo entenderás todo. Todo era tan romántico que ahora me da grima de pensarlo.

La primera peli que vimos fue American Pie y nos pusimos a hablar de la primera vez. Desde el principio que sentí que podía confiar en él y le conté que mi primera vez fue un desastre y con alguien por quien no sentía nada y solo lo hice por presión social.

Yo me esperaba que su historia fuera similar. Podía ser una rollo que no aportaba nada, un tórrido amor de verano o  una compañera de facultad con la saltaban chispas, pero no fue así. Sin cortarse ni un pelo me dijo:

‘mi primera vez fue con una puta del pueblo de al lado del de mis padres porque todas las de mi pueblo eran unas estrechas, y lo que hice es conquistarla semanas antes para no tener que pagarle y al final lo conseguí. Desde entonces soy experto en saber lo que quieren mujeres’

Sí, cielo, has leído bien.

Si le tengo que hacer una ola por algo es por su sinceridad. Podría haberse inventado cualquier milonga y yo vivir en la inopia sobre la verdad de este galante caballero, pero al menos fue valiente y dijo la verdad, aunque no me hizo mucha gracia.

No sé qué me disgustó más si el hecho de que fuera un rata que no quería pagar a esa trabajadora sexual o que le parecía heroico el hecho de que ahora sabía cómo llevarse a las titis a la cama con un mínimo esfuerzo y una estrategia asegurada.

Mi cara fue un poema y no podía disimular que no estaba a gusto desde que mencionó su ‘primera vez’. Acudí a la llamada de emergencia y salí pitando. He hablado con él estos días, no quiero seguir conociéndole. Lo siento, pero no quiero un putero en mi vida.

Hay gente que me dice que exagero y que no es tan raro a que se acuda a ese tipo de servicios por curiosidad o por necesidad, pero me niego a que en un futuro se vaya de picos pardos a apagar su fuego mientras trata a otras mujeres como objetos.

 

Anónimo