Esto me sucedió hace ya unos años, pero creo que merece su rincón en la sección de follodramas de esta web que tantas risas diarias me proporciona.

Por aquella época usaba yo Adopta un tío y empecé a hablar con un chico que aunque físicamente no era mi tipo, me entró con una frase graciosa y me conquistó. En ese momento yo no tenía mucha experiencia en esto de ligar online (no os imagináis la que he ido adquiriendo con los años), y con 4 frases tontas me ganaban.

Fue el caso de este chico, llamémosle Pedro.

Me comió la oreja durante varios días hasta que me convenció para quedar a cenar. Nos citamos en una boca de metro del centro, y yo llegué primera. De repente le distingo entre la multitud y veo que viene apurado. Me da dos besos y me dice que lo siente mucho pero que si por favor le puedo dejar algo de suelto para el parquímetro, que no lleva y sino le van a poner una multa.

Desconcertada, saco la cartera y le doy un par de euros. Se va sin decir más y me quedé esperando en la boca de metro. Por un momento pensé que no iba a volver, que no le había gustado, qué sé yo. Pero volvió, y me dijo:

– Ahora sí, perdona, vamos a tomar algo. Si no te importa pasamos por un cajero que así saco dinero y no tenemos más problema.

Sin mucha más conversación, llegamos hasta el cajero. Mete la tarjeta, marca el pin, se gira y me dice que es que este cajero no le sirve. Que solo le quedan 15€ en la cuenta y que ese cajero solo permite sacar de 20 en 20.

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A estas alturas os podéis imaginar mi cara. Yo ya no sabía donde meterme. Le dije que no pasaba nada, que yo le invitaba a una caña y ya está. No íbamos a pasarnos toda la ‘cita’ dando vueltas buscando uno de los pocos cajeros de Madrid en los que el chaval pudiera sacar 10 euros en vez de 20.

Por fin nos sentamos en un bar. La cosa no fluía demasiado así que yo pensaba tomarme una caña y pirarme. Pero Pedro se puso a contarme su vida, y cada vez que paraba para respirar, se pedía otra caña. Llegando a sumar 4, que por supuesto no iba a pagar él, claro.

Después de varios bostezos le dije que estaba muy cansada y que prefería irme. Él me dijo que una pena, que se lo estaba pasando genial y que justo ahora que ya iba pedo, que cómo iba a coger el coche.

Si hubiera tenido la experiencia y las agallas que tengo ahora, le habría mandado a tomar el aire mientras se le bajaba el pedo. Pero como en esa época era tonta e inocente, le pregunté si necesitaba algo.

Ya os imagináis qué respondió.

Dinero para un taxi.

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Le di 10€, sintiéndome ya imbécil perdida pero con todas las ganas de perderle de vista. Y no os lo perdáis, me dio un abrazo e intentó meterme boca sin venir a cuento. Como os digo no había habido ningún tipo de feeling ni acercamiento, yo solo quería echar a correr.

Al llegar a mi casa le bloqueé, pero reconozco que me quedé con las ganas de saber si ese era su modus operandi habitual y básicamente su forma de vida. Porque con la tontería yo llegué a mi casa cabreada y con 30€ menos en la cartera.

Celia K.