Mi historia empieza una tarde de cerveceo con las amichis el verano pasado. Mi amiga Ana nos estaba contando lo genial que le había ido su última cita en Tinder y yo, que llevaba meses con la app abandonada después de encontrarme solo con gilipollas, les dije que me hicieran ellas los match ya que parecía que tenían mejor ojo que yo. Quitando que le dieron like a un par de tíos con características nada afines a mí, para hacer la coña, el resto de la selección fue bastante bien ya que 5 me devolvieron match. Solo 3 empezaron conversación de los cuales uno, David, parecía el más majo y me centré en él.

Estuvimos hablando varias semanas, prefería alargar la quedada para ver si no dejaba de hablar o mostraba algún aspecto que no me gustase, sin teléfono, ni redes sociales por en medio. Me gustaba bastante y me autoimpuse que fuera él el que me desvelara sus aficiones, gustos, vivencias y no memorizar las 748 fotos de Instagram y saber que se había recorrido Asia en un verano , que tenía dos perros y que había estado en el Viña Rock de hacía dos años como yo (todo eso lo descubrí más tarde). Así que poco a poco íbamos descubriéndonos y cada día pensaba más en él y empezaba a desear que quedáramos de una vez, aunque cuando lo hablábamos no había forma de cuadrar (él trabajaba los findes, y yo al revés).

Una noche a finales de verano salí con unas amigas y acabamos bastante perjudicadas, yo estaba eufórica y después de tanta sequía me apetecía maromo, aunque fuera algo sin más, y ahí estaba yo, haciendo ojitos a diestro y siniestro cuando mis ojos se volvieron ojipláticos. David estaba en la barra y no me lo pensé dos veces, me acerqué decidida.

Cuando lo vi de cerca me pareció que estaba algo diferente, pero físicamente me encantaba así que fui al lío, le saludé con una coña nuestra y, aunque su cara expresaba sorpresa y algo de extrañeza, me siguió el rollo y en menos de 20 minutos estaba cabalgado en su coche, ¡¡¡¡¡fue uno de los mejores polvos de mi vidaaaaaa!!!! No quería que acabase y le insinué que acabáramos en mi casa. Durante el camino había cosas que no me cuadraban pero como era la primera vez que nos veíamos e iba borracha, me lo pasé por el mismísimo. Al llegar al portal los dos íbamos tan cachondos que casi no llegamos a mi piso.

 

Me dio su teléfono antes de irse y a la mañana siguiente le escribí que había valido la pena la espera, o algo así. Me contestó ¿qué espera? y no supe que contestar. Al cabo de un rato me llegaron unas notificaciones de David al Tinder, preguntándome que qué tal la fiesta con mis amigas. Ahí empecé a dudar. ¿Por qué me hablas por aquí? ¿Por dónde quieres que te hable? ¿Me estás vacilando? ¿Yo? ¿Por qué?

Al final de todo descubrí que me había tirado a Jose, su hermano gemelo. David me bloqueó durante unos días pero luego volvimos a hablar, lo arreglamos, quedamos varias veces y por fin follamos.

Tras unos pocos meses lo dejé porque me gustaba el carácter de David y los polvazos de su hermano.

¡¡¡¡Por qué Señor, por queeeee!!!!

 

Anónimo

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