Compra aquí nuestras bragas favoritas para todas las tallas

Cada día nos enfrentamos a cientos de cosas que escapan a nuestro control y que, por sí solas, pueden hacer que la jornada sea una basura digna de olvidar, o, por el contrario, hacer del nuestro un día legendario que pase a los anales de la historia.

Y, hablando de ‘anales’, a eso iba un poco yo hoy, a preguntaros si a vosotras también os pasa que algo tan trivial como poneros unas bragas al salir de la ducha cada mañana, define completamente el tono que tendrá el resto del día.


Foto de Sora Shimazaki en Pexels

A ver, si hay algo que podemos controlar, es qué ropa interior nos ponemos. No obstante, ojalá una pudiera permitirse encontrar, y comprar por cientos, las bragas perfectas para su cuerpo. Unas que no aprieten, que no se caigan, que no marquen, que sean sexis, pero no escandalicen a nadie si tuvieras que ir a urgencias, que recojan la barrigola, pero no tapen hasta el ombligo… Sin embargo, lo más habitual es que en nuestros cajones de ropa interior convivan bragas de lo más diverso y variado. Algunas las amamos, en cambio muchas otras están ahí por el simple hecho de que nos ponemos una diariamente — si no más — y que las necesitamos porque no siempre podemos permitirnos tener la colada al día.

Pobriñas, recae una gran presión sobre las sufridas bragas. En cuanto a nivel de exigencia, deben de estar ahí-ahí con los infames sujetadores.

Y es que quizá podamos prescindir de un pañuelo, un corsé, un gorro o incluso unos calcetines — tengo un par de amigas que llevan el pie desnudo verano e invierno — pero de las bragas… hay que ser muy valiente para atreverse a renunciar a ellas.

Que no digo yo que no haya mujeres que no las usen, sin embargo, creo poder afirmar sin riesgo a equivocarme, que la gran mayoría somos fieles a la máxima ‘Hagas lo que hagas, ponte bragas’.

Podríamos entonces charlar sobre los diferentes tipos de bragas, véase el hilo dental, las de cuello vuelto, las PSP (Por Si Pillas), las braga-faja, las de primeros días de regla, y un largo etcétera.

Pero, no, yo hoy quiero hablar de los cinco tipos de bragas que pueden cambiarte el humor e incluso arruinarte el día:

  • LA BRAGA ACOSADORA. Esa cabrona que se te mete por todas partes, que parece que esté buscando algo. No discrimina orificios y no le importa cuántas veces la saques de tus más ocultos dominios. Cada vez que vas al baño la subes con cuidado de dejarla cubriendo tus nalgas en perfecta simetría, pero nada, en cuanto te das cuenta la tienes metida en terreno sensible otra vez.

 

  • LA BRAGA DE LA VERGÜENZA. No se baja, no aprieta, no se te mete en el culo… pero es más fea que un dolor. O está gastadísima. O tiene un par de agujerillos. Te la pones porque es, de lejos, la más cómoda de todo tu arsenal, pero te ha dejado en más de una vergüenza, y lo sabes. El día que llevabas falda y una ráfaga de viento te la jugó en la parada de bus. Cuando te agachaste to’ sexi en el super, porque estaba el charcutero cañón, y ahí que se asomó por encima del vaquero la costura descolorida. Durante aquel control aleatorio del aeropuerto en el que te dejaron solo en ropa interior. Te ocurren las cosas más locas e inverosímiles cuando te las pones, deberías jubilarlas de una vez.
  • LA BRAGA BDSM. Te aprieta, te asfixia, te deja marcas… parece que disfruta con ello. Y tú también, amiga, ¿por qué, si no, te la sigues poniendo una y otra vez? Nos va el rollo chungo que nos da. Seguramente porque son bonitas, o porque te gastaste diez veces la pasta que sueles invertir en bragas, o porque son tus bragas de la suerte. Por el motivo que sea, pero son las Christian Grey de tu cajón.

  

  • LA BRAGA ESCAPISTA. Te la pones bien en su sitio, te subes los pantalones, das tres pasos… y ya la tienes a ras de hucha. Si das dos pasos más sin tirar de la goma para arriba, lo único que impedirá que la lleves por los tobillos será la potra del pantalón. Porque si te la has puesto con falda… hasta luego Mari Carmen. Mejor quítatelas y te ahorrarás el bochorno. Es rápida, es letal, es… ¡desquiciante total! Y no hay forma digna de irla manteniendo en su sitio. Debes introducir ambas manos por dentro de la ropa para ir a buscarla allá abajo y tirar de ella hasta dejar la cinturilla en donde corresponde. Ejem, un movimiento de lo más discreto.

 

Guárdamelas, anda, que ya no puedo más

  • LA BRAGA PERSIANA. La más falsa y traicionera de todas. Te la pones y todo correcto. Te queda bien ajustada, no te aprieta, no te marca. ¡Qué maravilla! Hasta que te sientas o doblas la cintura. Es ahí cuando tu barriga acciona el mecanismo automático que lleva incorporado esta maldita y, pimba, la braga se enrolla sobre si misma como si de una persiana se tratara, formando una especie de soga que te parte el pubis por la mitad y que te cercena la molla de las caderas.

A mí, personalmente, las Persiana y las Escapistas os juro que hay días que me quitan las ganas de vivir.

¿A vosotras qué tipos de bragas os torturan más?