Cuando por fin traspasé los preocupantes tres meses del bebé, comencé a ver el mundo. Sí, antes de aquello vivíamos casi recogidos en casa, haciendo lo mínimo con personas por miedo a que en pleno invierno pudiese coger algo. Los primeros tres meses son la guerra a muerte, pura supervivencia. Encontré por internet un grupo de madres en mi zona y una tarde fui.

De las mejores cosas que he hecho por mi maternidad fue unirme al grupo. Con ellas aprendí que muchas cosas:

No eres la única. Todo lo que te preocupa y te está pasando con el bebé o niño, le ha pasado a alguien y desde la voz de la experiencia te puede ayudar. Aunque algunas veces la ayuda se limite a decirte: Todo acaba pasando. Tener la oportunidad de poner en común todas las dudas, desde las más ridículas a las más importantes no tiene precio.

 

Sororidad. Es la primera vez en mi vida que en un marco amplio de mujeres encuentro este concepto que tanta falta nos hace en todos lados. El sentirse de un grupo, te veas más o menos, la solidaridad en su esplendor, la encontré en un grupo donde podías sentarte a tener un rato y “soltarlo todo”.

 

El conocimiento. Si vives en una zona donde llevas poco tiempo, es imprescindible porque así puedes conocer recursos de tu zona. Es digamos lo más práctico.

 

La maternidad con todo lo bueno y todo lo malo. Hablar sin tapujos de la lactancia, de los biberones, de los mordiscos, los abuelos, la familia que no te hace caso, las casa que ya no están tan limpias como antes (ojo no es porque sean mujeres, en el grupo también hay algún hombre), los virus, el suelo pélvico, la desesperación, los que no duermen o los que no comen. Esa sensación de fórum, donde las dudas si al menos no se resuelven son apoyadas.

 

La comprensión sin ser juzgada. La absoluta libertad de poder hablar de todo sin ser juzgada por lo que haces. Es realmente de ayuda en una situación donde las mujeres nos exigimos demasiado, damos demasiado, y nos agotamos demasiado.

 

Una de las cosas que no te cuentan de tener hijos, es que la salud mental de la madre es indispensable para que todo pueda rodar. De las pocas cosas que me han ayudado han sido las reuniones y ese bendito grupo de WhatsApp, que siempre tiene una palabra de ayuda y ánimo en estos tiempos donde lo primero es prejuzgar.

 

Ainhoa Escartí