Hasta hace pocos años, para mí el yoga era cosa de unos flipados, en su mayoría vegetarianos, delgados que hacían dietas depurativas y que, además, madrugaban para saludar al sol. Que oye, a mí lo del saludo al sol me parece genial pero no le veo ningún problema a decir buenos días a las 12 de la mañana.

 

Por azares de la vida, conocí a gente que practicaba yoga y entonces mis prejuicios pasaron a ser un cierto interés por lo que me contaban. El yoga no es pasarse horas en la posición del loto con los ojos cerrados y las manos unidas por los dedos pulgar y corazón. Resulta que hay mil tipos diferentes que yo no sabría explicar pero así es.

El año pasado decidí probar una clase. Ya sabía que no iba a estar meditando toda la hora, así que eso no me sorprendió. Lo que nadie me dijo es que no iba a parar ni un minuto y que al día siguiente me iban a doler músculos que ni siquiera sabía que tenía. Y con mi peso me sentí incapaz de levantarme sobre mis brazos o mantener el equilibrio sobre una sola pierna.

 

Con la llegada de septiembre redescubrí dentro de mí ese gusanillo por volver a yoga pero en mi fuero interno se me hacía una montaña volver a meterme en una clase a hacer posturas imposibles… Hasta que he visto a Valerie Sagun, una californiana que ha revolucionado el mundo yogi con sus fotos y que va mucho más allá: persigue la autoestima a través del yoga.

Ella ya la ha alcanzado y está a punto de convertirse en profesora de esta disciplina para ayudar a otras personas. En su web lo explica así:

La práctica del yoga de Valerie trata sobre el aprendizaje del amor a uno mismo física y mentalmente a través del yoga. Aprender a escuchar tu cuerpo, a saber cuándo apretarlo y cuándo protegerlo.

Comenzó en Tumblr pero la actualización es más frecuente en su cuenta de Instagram (biggalyoga), donde la siguen más de 80.000 personas. Con cada imagen muestra que la flexibilidad y la agilidad no es incompatible con pesar mucho y que no es necesario estar delgado para practicar yoga.

 

 

Todo un ejemplo loversize: 

«A través de mis imágenes practicando yoga, he inspirado a muchas mujeres como yo –mujeres negras gordas, curvys, rechonchas, plus size, grandes– y a otras que no son como yo, de cuerpos pequeños, para practicar yoga. A través de mi propia práctica del yoga, he conseguido querer mi cuerpo y aceptarlo como es ahora. Esta práctica también me ha dado la fuerza para sobreponerme a mis barreras mentales que me impedían disfrutar de las cosas bellas y divertidas de la vida»

Ahora mismo me pongo a buscar centros de yoga. ¡Yo también quiero!