Llevo doce años trabajando, en mi vocación y en una ciudad pequeña. Intentando siempre salir adelanta, pero no lo he tenido nada fácil. El techo de cristal existe y he visto cómo compañeros de la facultad con menos preparación que yo iban ascendiendo y me iban vetando e invisibilizando. Hubo una época que lo pasé realmente mal, pero hace un año empecé a colaborar en un proyecto feminista que fue como un bálsamo, me ayudó a ver las cosas desde otra perspectiva, pero la realidad sigue ahí, y por más que lo intento no sé si merece la pena. He luchado mucho como para rendirme ahora pero a veces siento que no me quedan más fuerzas.
A punto de tirar la toalla
Viendo 1 entrada (de un total de 1)