Hace unos dias me decidi a contar esta historia a mi abuela mas que nada porque estoy harta de que siempre pinte a la iglesia como unos santos salvadores de almas. Resulta que yo estudie en un colegio religioso muy religioso. Al principio me daba un poco igual y hasta me gustaba eso de perder clase para bajar a misa y todas esas cosas pero cuando tuve 11 años y empece a ser consciente de ciertas cosas pues la cosa cambio.
Resulto que habia un cura mayor que ya no daba clases ni nada pero si daba misas y en parte se encargaba cuando nos tocaba a todos bajar a confesarnos porque se ve que teniamos que limpiar nuestras almas periódicamente. Siempre y cuando digo siempre me refiero a siempre cuando era mi turno me tocaba que ese señor escuchara mis pecados. Odiaba pasar por aquel momento pero lo odié mucho más cuando un buen día ese señor decidio que mejor para confesarme me pusiera frente a el en el confesionario y no detras del biombo que nos separaba. Me arrodille frente a el mientras el tocaba mis manos y de ahi bajaba acariciandome los brazos los hombros, y luego seguir bajando.
Me quede petrificada el primer dia y desde entonces intente evitar por todos los medios que aquello se repitiera. No contento con eso como me empece a negar a bajar a confesarme siempre me inventaba una excusa, ese señor empezo a encontrarme por el patio del colegio y siempre me sonreia y despues de meterse con mi gordura me recordaba que dios no me iba a querer si no bajaba a confesarme.
Me toco pasar por aquella confesion tres veces mas hasta que con 13 años me declare atea y le pedi a mis padres que me sacaran de aquel colegio. Deje amigas atras porque no soportaba ver la mirada de aquel señor o cruzarmelo por los pasillos del colegio. Escuchaba la palabra misa y me daban arcadas. Me puse tan pesada con aquel tema que mis padres terminaron cediendo.
¿Pues sabéis qué? Que mi abuela dice que exagero que aquel señor solo quería darme el calor de dios. No abriran nunca los ojos.