Ha sido uno de esos años que te dejan con ganas de pulsar el botón de reset y empezar de nuevo. Así que después de darle muchas vueltas, mi pareja y yo decidimos que lo mejor era cancelar la cena de Navidad en casa e irnos de viaje los dos solitos a algún lugar tranquilo para recargar pilas.
Se lo conté a mi madre y la cosa no fue tan bien como esperaba. Se lo tomó fatal y me soltó que era una egoísta, que no pensaba en el bienestar familiar y todo el rollo. Entiendo que ella tenía ganas de la típica Navidad todos juntos, con su jaleo y sus risas, pero este año simplemente no tengo el cuerpo para eso.
No es que no quiera estar con mi familia pero es que necesito un respiro. Este año ha sido duro, entre el trabajo, problemas personales y mil historias más, y siento que si no hago un parón ahora voy a acabar explotando.
Intenté explicárselo con todo el cariño del mundo, pero mi madre es de ideas fijas y no hay quien la saque de ahí. Ahora estoy en esa situación en la que me siento culpable por querer cuidar de mí misma y de mi relación, pero también sé que merecemos este descanso.
Cualquier consejo será bien recibido