Hoy voy a contar una historia verdadera, algo que me pasó en primera persona.
Hace cosa de 22 años (DIOS como pasa el tiempo…. Momento taquicardia…), había aquí una mochuela muy maja, simpática, que para todos tenía algo amable que decir, vamos un encanto de criatura…. O sea yo con unos 13 años 
Era un día de verano, se acercaban las 12 de la mañana y mi madre me dijo “ves a comprar una barra de pan…”
La nena, se cambia y se va a por una barra de pan.
Paseando por el pueblo, a una esquina del horno, sentadas delante de un parque un grupo de “chungas”, y noto que me miran a lo lejos.
Yo pasando, me iba a por mí barra de pan toda happy, se me plantan delante y me dicen
Chungas: “ehh gorda de mierda, ¿Dónde te crees que vas?”
Yo callada con la mirada baja
Chungas: “eh tuuu, gorda asquerosaaa, donde te crees que vas con ese vestidito ehhh”
A comentar que llevaba un vestidito rojito de flores pequeñitas, súper monas! ( insertar cara de enamorada de la vida)
Yo: dejadme en paz…
Y antes de que pudiera seguir, me empujaron, me hicieron la zancadilla y me empezaron a pegar. Patadas, golpes…
Yo: hijas de puta dejadme! (véase que de mi saliera esa palabrota, era muy heavy)
Pero nada, me dieron unas pataditas más, conseguí levantarme y me fui corriendo hacía casa. Obviamente sin el pan….
Teniendo en cuenta que tengo 35 años (recién hechos), esto pasó hace ya un tiempo…
La gente ya por aquel entonces se metía contigo, yo estaba acostumbrada a los insultos, y es muy triste que una niña con 13 años ya esté “acostumbrada” a que le llamen gorda de mierda.
Pero más fuerte es que otras niñas se mofen de ella, y la lleguen a pegar.
La historia acabó yo llegando a casa llorando, mi madre bajó las escaleras corriendo y me vio histérica. Cuando le conté lo ocurrido, cogimos el coche y nos dirigimos donde había sucedido todo. No había nadie.
Esas niñas al tiempo tuvieron su castigo, no porque yo hiciera algo contra ellas, sino que digamos que a todo cerdo le llega su San Martín.
Con esto no pretendo dar pena, ni muchísimo menos, sino contaros una parte de mí. Una pequeña historia de una niña de 13 años, que por aquel era robusta, fortota, pero como siempre, fuera de lo dictado correcto o aceptable por la sociedad. Una niña que ya se enfrontaba a la GORDOFOBIA, y ya ni entonces se explicaba porque la gente la juzgaba por un físico y no por su personalidad y forma de ser.