Marcos Y Lucía: capítulo 4

Inicio Foros Querido Diario Relatos Marcos Y Lucía: capítulo 4

  • Autor
    Entradas
  • Moetsi
    Participante
    Moetsi on #163431

    Marcos entró en el bar con Alberto, y dos chicas más que le acompañaban.
    Llegaron hablando y riendo y cuando Marcos me vio allí le cambió la cara.

    -Lucía ¡lo siento! He acompañado a Alberto a recoger a su novia, nos hemos quedado tomando algo y se me ha pasado la hora por completo.

    Todos me miraban y Alberto, con el que ya había coincidido en alguna ocasión, se acercó a saludarme y me presentó a las dos chicas.
    Belén era su novia, había estado viviendo fuera de la ciudad un tiempo por trabajo, después de casi un año consiguió que la trasladaran de nuevo aquí y regresaba esa misma tarde.
    Silvia era la mejor amiga de Belén y amiga común de Alberto y Marcos, se conocían del barrio desde hacía tiempo pero no habían tenido mucho trato con ella hasta que Belén y Alberto comenzaron a salir.
    Marcos se quedó un poco apartado mientras el resto charlaba conmigo, pero no presté demasiada atención a lo que me decían, estaba concentrada observando a Marcos, podía ser solo una sensación mía, pero me pareció que aquella situación le incomodaba así que después de unos minutos decidí marcharme.
    Alberto insistió en que me quedase un rato más con ellos, pero no quise hacerlo, me despedí y salí del bar lo más rápido que pude.
    Marcos salió detrás de mí.

    -Lucía, espera. Lo siento de verdad, quédate. No creo que tarden mucho en irse, a lo mejor podemos leer un rato y después te llevo a casa.
    -Mejor lo dejamos para otro día ¿vale?
    -No quiero que te vayas así.
    -No pasa nada, de verdad, no te preocupes por mí.
    -Te acompaño a la parada al menos.
    -No, vuelve ahí dentro, tus amigos han venido para estar contigo, ya nos veremos en otra ocasión.

    Empecé a caminar con paso más ligero separándome de él.

    -¡Buenas noches!- dijo.

    Levanté la mano diciendo adiós mientras cruzaba la calle.
    Esta vez no hubo besos ni sonrisas de despedida.
    No le había mentido, entendía perfectamente la situación, pero no podía evitar sentirme un poco triste.
    Deseaba pasar tiempo con él, podría haberme avisado de que llegaría tarde o posponer nuestro encuentro explicándome la razón, pero no lo hizo, simplemente se olvidó de mí.
    Estaba con sus amigos, y yo no me incluía entre ellos.
    Pero por muy mal que me hiciera sentir eso, sabía que no podía reprochárselo a él.
    Aquella tarde fui consciente de que en realidad Marcos y yo no éramos nada, no teníamos nada.
    No volvería a verle hasta la semana siguiente, sabía que tenía que trabajar y después llegaría el fin de semana, en cierto modo me alivió el hecho de no tener que encontrarme con él en unos cuantos días, eso me daría tiempo para recomponerme.
    El sábado Elena, Marta y Susana vinieron a casa, habíamos organizado una noche de cine, compramos helado, pedimos un par de pizzas y pasaríamos la noche viendo alguna de nuestras películas favoritas.
    A mitad de la película recibí un mensaje de Marcos.

    “¿Puedo llamarte ahora? Quiero hablar contigo.”

    No sabía qué responder y le conté a las chicas lo que había pasado.
    Susana casi nunca opinaba sobre nada, se limitaba a asentir y reconocer que ella no sabría qué hacer.
    Elena insistía en que tenía que decirle a Marcos lo que sentía y Marta, en esta ocasión estuvo de acuerdo con ella.

    -Luci, tienes que hablar con él. Piensa bien qué es lo que esperas de Marcos y acláralo de una vez porque si no terminarás haciéndote daño. No puedes pretender que él sepa lo que tú quieres si no se lo dices y tampoco puedes esperar nada de él si no sabes ni siquiera si le gustas.
    Tenían razón, todo este tiempo había estado haciéndome ilusiones, imaginando las cosas que podrían pasar entre nosotros, pero no eran más que eso, pensamientos.
    Entre nosotros no había nada y no era justo hacerle responsable de lo que yo pudiera sentir.
    Fantasear con las posibilidades no me daba derecho a culparle a él si algo no sucedía como yo esperaba.
    Respondí a su mensaje:

    “Estoy con unas amigas ¿Hablamos mañana?”

    El domingo cuando me levanté no había obtenido respuesta y no estaba segura si aun quería hablar conmigo, decidí que le llamaría por la tarde, pero justo antes de comer mi teléfono sonó, era Marcos.

    -Hola- respondí.
    -¿Podemos hablar o estás ocupada?
    -Puedo hablar ahora. Pensaba llamarte esta tarde, te has adelantado.
    -Solo quería disculparme por lo del otro día, no soporto la idea de pensar que puedes estar enfadada.
    -No estoy enfadada contigo, no tienes que disculparte por nada.
    -Habíamos quedado y te dejé plantada.
    -No, habíamos quedado y te surgió un imprevisto, ya está. Eran tus amigos, no ibas a dejarlos plantados a ellos.
    -Tengo la sensación de que hice algo que no estuvo bien, tenía que haberte avisado o haber dicho algo más antes de que te fueras.
    -No tienes que darme más explicaciones Marcos, no me debes nada. Tú tienes tu vida y yo tengo la mía, coincidimos en el bar, hablamos y la lectura ha hecho que tengamos un trato más cercano, pero nada más.
    -No es así como yo lo veo, pero no quiero tener esta conversación contigo por teléfono. Esta tarde trabajo y mañana salgo de viaje, tengo que irme fuera 10 días ¿Podemos quedar cuando vuelva? Quiero verte y quiero que hablemos de esto.
    -Está bien, hablamos cuando regreses.

    Me quedaron muchas dudas después de esa llamada, pero sobre todo tenía curiosidad por saber qué quería decirme para no poder hacerlo por teléfono.
    Tanto mis amigas como Estela coincidían en que Marcos estaba interesado en mí y su intención era hacérmelo saber.

    -Te lo dije la otra tarde en el bar, se nota que a Marcos le gustas y creo que pretende decírtelo y esperar a ver cómo reaccionas- dijo Estela- Lucía tienes que pensar muy bien lo que quieres responder a eso, puede que sea tu mejor oportunidad y la única.

    No quería dar nada por hecho, pero si era cierto, tenía que estar preparada para ese momento.
    Tuve docenas de conversaciones imaginarias durante varios días, el tiempo pasaba lento y estaba deseando verle de nuevo, pero por otro lado me daba miedo, realmente no sabía qué podía esperar de aquel encuentro y eso me preocupaba un poco.
    Marcos regresó un jueves, supuse que hasta el día siguiente no nos encontraríamos pero esa misma tarde a las 8 en punto estaba en la puerta de la tienda, esperándome.
    Estela insistió en que ella se encargaría de hacer caja y cerrar para que yo pudiese salir antes.

    -No esperaba verte hasta mañana.
    -No podía esperar a mañana para verte- respondió sonriendo- ¿tienes algo que hacer ahora?
    -No.
    -Entonces ven conmigo, tenemos una conversación pendiente.
    -¿Vamos al bar?
    -Mejor damos un paseo.

    Caminamos por la avenida mientras me contó que durante esos días había estado en Málaga realizando prácticas con un grupo de soldados que se estaban formando.
    Al final de la avenida había un parque y nos sentamos en uno de los pocos bancos que quedaban libres.

    -No quiero aburrirte con más historias sobre trabajo, además no estamos aquí para eso. Quiero que hablemos sobre la llamada del otro día, dijiste algo con lo que no estoy de acuerdo y como no sé hacerlo de otra manera, voy a ser muy directo contigo.

    Abrí los ojos expectante ante lo que tenía que decir, por su manera de dirigirse a mí, con esa decisión y con el gesto un tanto serio, pensé que quizás había dicho algo que le molestó y lo último que esperaba en aquel momento es lo que escuché.

    -Lucía, me gustas. Y para mí no eres solo alguien con quien hablo mientras le sirvo un café. Yo no me presento en casa de las clientas del bar un sábado por la tarde, no quedo con ellas ni las voy a buscar al trabajo. Lo hago contigo, porque compartimos algo que no tengo con nadie más, y no me refiero a la lectura, si no a lo que sucede cuando estamos juntos. Conectamos de una manera especial, es así desde el primer día que te vi y al principio creía que tú también lo habías notado, pero después de lo que dijiste el otro día, no sé qué pensar.
    No quiero presionarte ni exigirte nada, solo quiero saber si tu sientes lo mismo. Y si no es así, entonces dímelo, a lo mejor soy yo el que está equivocado, aunque no es eso lo que siento cuando estoy contigo.

    Suspiré hondo, me iba a costar mucho hablar de esto, por un lado deseaba estar con él, rendirme a lo que sea que pudiera suceder entre nosotros, pero había algo que me frenaba, éramos muy distintos, era demasiado pronto y no confiaba en que aquello pudiese funcionar.

    -No te equivocas, pero para mí es más complicado, todo parece ir muy rápido y no quiero confundir esto con algo que no es. Además nos conocemos hace poco más de 3 meses, tenemos vidas muy diferentes y apenas sabemos nada el uno del otro.
    -Pues entonces habla conmigo, déjame conocerte. Tengo la sensación de que cada vez que intento acercarme a ti, me apartas.
    -Yo no soy como tú Marcos, no lo tengo todo tan claro, soy insegura, tímida y me cuesta mucho abrirme. Sé que no lo pongo nada fácil. Y de verdad que intento cambiar, pero me cuesta.
    -No pretendo que cambies nada, solo necesitaba decirte esto y saber si tu pensabas lo mismo. Te quiero cerca Lucía, y no tengo ninguna prisa. ¿Podemos empezar por ser amigos?
    -Podemos intentarlo.

    Me sentí aliviada, había sido capaz de tener una conversación con él de manera calmada, y aunque quedaba mucho por decir, Marcos entendió que mi ritmo era diferente y no quiso insistir más en aquel momento.
    Lo importante había quedado claro, los dos sentíamos esa conexión y los dos estábamos dispuestos a descubrir hasta donde podía llevarnos aquello, solo necesitábamos tiempo para conocernos y eso es lo que tratamos de hacer a partir de aquella tarde.
    Con el paso del tiempo convertimos en rutina vernos al menos un día por semana, además de todas las mediodías en las que coincidíamos a la hora del café.
    No siempre quedábamos con la intención de leer, también pasamos muchas horas hablando y no siempre estábamos solos, a veces Estela venía conmigo a tomar algo, otras veces era Alberto el que estaba allí, e incluso Belén y Silvia que cada vez aparecían con más frecuencia.
    Vicente y Loli que siempre estaban en el bar empezaron a tratarme con más cercanía, entre semana pasaba muchas horas con Marcos, incluso empecé a tener cierta relación también con su hermana Rocío, que algunas tardes iba al bar con Daniel para ver a sus padres.
    Los fines de semana no solíamos vernos, cada uno seguía haciendo su vida y saliendo con sus amigos.
    Durante las vacaciones de verano casi no coincidimos, excepto una tarde que pasé por la tienda a saludar a Estela y me acerqué al bar a verle.
    Intercambiamos algunos mensajes para saber uno del otro y a la vuelta de vacaciones retomamos nuestra rutina.
    Estábamos en septiembre, ya habían pasado unos 3 meses desde aquella conversación en el parque y ninguno había vuelto a mencionar nada sobre el tema, nos habíamos dedicado a conocernos y durante todo este tiempo descubrimos muchas cosas el uno del otro y ya existía confianza entre nosotros, podíamos decir que éramos amigos.
    Una noche mientras me acompañaba como siempre a la parada de autobús me propuso algo:

    -Cena conmigo el sábado.
    -¿Tu nunca te rindes verdad?- reí.
    -Contigo no. ¿Es demasiado pronto?- ladeó ligeramente la cabeza, sonriendo.

    Marcos no lo sabía, pero cuando veía aquella expresión en su cara, era imposible negarme a nada de lo que me pidiera.

    -Está bien, pero si lo hacemos, será a mi manera.

    Necesitaba tener la situación un poco controlada, así que le propuse organizarlo en mi casa, allí me sentiría más cómoda y eso me aportaría seguridad.

    -Yo me encargo de llevar la cena ¿qué te apetece: hamburguesa, pizza, chino…?
    -Chino mejor, pide lo que quieras, me gusta todo.
    -Perfecto, entonces tenemos una cita.

    Fruncí un poco el ceño, y Marcos no pudo contener la risa.
    Pasé la tarde del sábado preparándome para la cena, aunque iba a ser algo informal no quería recibirle con ropa de andar por casa como la última vez.
    Elegí unos vaqueros negros, una camiseta gris de hombro caído que llevaba un aplique de cuero en la parte trasera y unos zapatos planos.
    No acostumbraba a arreglarme y maquillarme demasiado, me veía mejor al natural, así que me dejé el pelo suelto, y solo me apliqué máscara de pestañas y un poco de brillo labial.
    Estaba nerviosa, no tanto como solía pasarme al principio, pero esa cena era algo especial a pesar de negarme a considerarlo una cita.
    A las 9 en punto Marcos llamó al timbre y nuevamente al verle allí me quedé embobada observándole durante unos segundos.
    Estaba recién afeitado, llevaba unos vaqueros oscuros y una camiseta azul abotonada en el cuello.
    Reconocí su perfume, Jean Paul Gaultier. Marcos olía a menta, a lavanda, a canela y a vainilla.
    Su aspecto ya era atractivo de manera natural, pero además lo acompañaba con una mirada intensa de color verde brillante y su sonrisa seductora, era muy difícil mantener la compostura ante esa imagen.

    -¿Vas a dejarme pasar o cenamos en el portal?- dijo mirándome divertido.
    -¡Adelante! ya sabes dónde está la cocina.
    -He traído un poco de todo, no sabía qué te apetecía.

    Sacó las cajas con la comida y las colocó en la encimera.

    -¿Te apetece tomar algo antes de cenar?
    -Dijiste que te gustaba el Lambrusco y he traído una botella, si quieres la abrimos.

    Serví dos copas y le invité a sentarse en la barra de la cocina mientras preparaba la mesa para la cena pero se negó.
    -Ya sé que es tu casa pero a esta cena invito yo, y no es justo que tengas que encargarte de todo, siéntate a tomar tu copa tranquilamente y yo lo hago ¿vale?

    Fue divertido verle mientras abría todos los muebles buscando lo que necesitaba.
    No dejamos de hablar y reir durante toda la cena, Marcos era muy divertido y siempre tenía historias que contar.
    Los dos estábamos a gusto y nuestra conversación era muy relajada, aunque en algunos momentos me hizo sonrojar, nunca terminaba de acostumbrarme a su forma de decir ciertas cosas, y para él, que ya conocía mi reacción, era como un juego y a veces le gustaba provocarme.
    Cuando terminamos me ayudó a recoger la mesa.

    -Voy a fregar esto en un momento que si no luego me da más pereza- dije- puedes poner algo de música si quieres, no tardo.

    Marcos cogió su copa de vino y se entretuvo mirando los CDS mientras yo me quedé en la cocina.
    Estaba enjuagando los vasos cuando empezó a sonar la música.
    Me sorprendió un poco que escogiese aquel CD, eran canciones variadas de artistas latinos, la primera canción que sonó fue Dímelo, de Mark Anthony.
    De manera instintiva empecé a moverme mientas tarareaba la letra, estaba distraída y por un momento olvidé que no estaba sola.

    -¿Estás bailando?

    Me sobresalté al escucharle, Marcos estaba justo detrás de mí.

    -No…
    -Si ¡estabas bailando!- afirmó riendo.
    -Bueno, puede que me haya dejado llevar un poco por la música, pero eso no es bailar.
    -Quiero que bailes conmigo, aunque si prefieres hacerlo sola puedo seguir mirando, por mí no pares.
    -No pienso bailar contigo, ya te he dicho que yo no bailo.

    Ya había terminado de fregar, pero me entretuve un poco más secando los platos, no me atrevía a moverme de allí.
    La canción había terminado, y empezó a sonar la siguiente, esta vez era Yo no sé mañana, de Luis Enrique y la letra no podía ser más apropiada para nosotros.
    Yo seguía de espaldas a Marcos, él se acercó a mí y colocó sus manos en mis caderas.

    -Vamos Lucía, solo una canción…- dijo mientras comenzaba a moverse.

    Suspiré y cerré los ojos sonriendo, intentaba contenerme pero era imposible teniéndole tan cerca y con aquella música de fondo.
    Empecé a moverme a su ritmo, lentamente, balanceando las caderas guiada por sus manos.
    Su pecho rozaba mi espalda y se inclinó ligeramente susurrando a mi oído una estrofa de la canción:

    No sé dónde vamos a parar, eso ya la piel nos lo dirá
    Para qué jurar y prometer algo que no está en nuestro poder
    Yo no sé lo que es eterno, no me pidas algo que es del tiempo
    Yo no sé mañana si estaremos juntos, si se acaba el mundo
    Yo no sé si soy para ti, si serás para mí…

    Sus manos subieron hasta mi cintura, girando mi cuerpo y colocándome frente a él.
    Nunca me dejaba llevar por impulsos, no era una chica atrevida pero mi cuerpo parecía tener vida propia y tomaba las decisiones por mí.
    Mis manos subieron lentamente por su torso hasta rodear sus hombros y él me atrajo hacia su cuerpo, hasta que ya no quedó espacio libre entre nosotros.
    Apenas era un leve balanceo, pero seguíamos bailando, no dejaba de mirarme fijamente a los ojos y yo ya no me sentía capaz de apartar la mirada.
    Marcos sonrió mordiéndose el labio y reconocí aquel gesto de inmediato.
    Sujetó mi cara con las dos manos y sin dejar de sonreir acercó sus labios a los míos, rozándolos suavemente casi como una caricia.

    -Esta vez no pienso dejar que me apartes.

    Me besó de forma suave y lenta al principio, podía sentir cómo se agitaba su respiración a medida que aumentaba poco a poco la intensidad.
    Marcos jugueteaba con su lengua enredándola con la mía y de pronto se detenía apenas unos segundos para reanudar de nuevo su juego, saboreando cada roce de nuestros labios y provocando que los latidos de mi corazón aumentaran cada vez más.
    Un escalofrío me recorrió el cuerpo entero erizándome la piel.
    Había soñado con ese momento muchas veces, pero jamás pude imaginar que sería así, nunca había experimentado esa sensación con nadie, fue el beso más increíble que me habían dado en toda mi vida.
    Nos quedamos inmóviles, mirándonos a los ojos sin pronunciar ni una sola palabra.
    No necesitábamos hacerlo, esa conexión especial que sentíamos cuando estábamos juntos ya no solo era algo mental, también era físico, y había quedado demostrado con aquel beso.

    Playlist Spotify Marcos y Lucía

    Responder
    Moetsi
    Participante
    Moetsi on #163432

    ¡Espero vuestros comentarios!

    Si quereis seguirme en redes sociales:

    Instagram: https://www.instagram.com/moetsirelatos/
    Facebook: https://www.facebook.com/moetsirelatos/

    Responder
    Ladychic
    Invitado
    Ladychic on #163450

    Oohhhh quiero un Marcos en mi vida!!me encanta como estás llevando la historia. Deseando leer el próximo!!

    Responder
    LaChilena
    Invitado
    LaChilena on #163454

    Deeeeeos meeeoh!
    Yo quiero un Marcos en mi vida!

    Responder
    M. Angeles
    Invitado
    M. Angeles on #163462

    se me va a hacer la semana demasssiiiaadooo laarrrggaaaa

    Responder
    Mary
    Invitado
    Mary on #163469

    Se me han puesto los pelos de punta con el momentazo del beso! Sigue, que me encanta!!!!

    Responder
    Científica empedernida
    Invitado
    Científica empedernida on #163634

    Bravp Moetsi!! en cada capítulo te superas…me has metido de lleno en la historia y me he sentido Lucía por un momento! Jouu…yo también quiero un Marcos en mi vida, jejeje

    Responder
    Alma
    Invitado
    Alma on #163846

    Totalmente enganchada, has conseguido que todas nos enamoremos de Marcos y q estemos deseando más! Bks mil

    Responder
    Moetsi
    Participante
    Moetsi on #164506

    ¡Gracias por vuestros comentarios! El mÁs repetido en general es que quereis un Marcos en vuestra vida jeje
    En esta semana subiré el 5º ¡Gracias por seguir leyendo!
    Y por vuestra paciencia esperando los capítulos,que sé que a muchas os gustaría leerlos mas seguidos.

    Responder
WeLoversize no se hace responsable de las opiniones vertidas en esta web por colaboradores y usuarios del foro.
Las imágenes utilizadas para ilustrar los temas del foro pertenecen a un banco de fotos de pago y en ningún caso corresponden a los protagonistas de las historias.

Viendo 9 entradas - de la 1 a la 9 (de un total de 9)
Respuesta a: Marcos Y Lucía: capítulo 4
Tu información: