Aún tengo guardado el corcho de la botella de vino que nos bebimos. La verdad es que ya no recuerdo si fué la primera, la segunda o la última vez que bebimos juntos, supongo que eso es bueno, que la herida se va cerrando o algo parecido, por que de repente pienso en tirarlo a la basura, borrón y botella nueva.
No es una historia trágica, pero superar esa noche si que fué una tragedia. Es una pena que algunos recuerdos no se vayan tan rápidamente como el camión de la basura.
Tal vez fueron 3 o 4 semanas en las que hubo en mi un despertar de hormonas y neuronas que ya habían tirado la toalla, un “alguien me ha preguntado por ti”, que se repetía en mi cabeza en forma de “¿Porqué?” me trajo de vuelta. Me dejé llevar y empecé a vivir una experiencia turbulenta de pasión y desenfreno en mi mente y en mi cuerpo. Comernos vivos en medio de un bar, no besarnos, si no masticarnos, y todo siempre con un “porqué” por delante. Me costaba tanto asimilar que alguien pudiera desearme, no me había pasado nunca y decidí seguir adelante a ver que pasaba.
Apagué esas voces inseguras y tomé las riendas, mordí de vuelta y busqué más mordiscos. Me hice de rogar y me gustó la espera, la conquista previa, el calentamiento mutuo, hasta que al final llegó el momento que tanto habíamos deseado.
Llevé yo el vino, bebimos y hablamos, hablamos mucho y las horas pasaron hasta que pensé que había perdido mi oportunidad, que el juego había acabado, pero no, un frio “vamos al cuarto ya, que va a llegar mi compañera de piso”, lo empezó todo, no un beso, no la ropa volando, no un mordisquito más, no, es que se hacía tarde para follar.
De repente fué todo tan mecánico, tan insulso…me quité mi ropa, él se quitó la suya y esa cama parecía tan grande que era imposible el contacto humano, me sentí tan sola…
Apagó la luz y en la oscuridad total volvieron las inseguridades “no quiere verme”, pero volví a tomar el control y fui en su busca. He aquí mi sorpresa, la clave de todo, tras tanta seducción, calentamiento y provocación no había una mujer insegura, sino un hombre, un hombre que se esconde tras una coraza de macho alfa, seductor, que con dos palabras te tiene mojando las bragas, con una foto sugerente y estratégicamente enfocada en otras partes del cuerpo, te tiene enganchada cual droga caníbal.
Apagó la luz no para no verme, sino para que yo no viera a su pequeño amiguito.
Estaba tan decidida a llegar hasta el final que pensé seguir adelante e intentar pasarlo bien, pero debería haberme ido a casa en el momento en el que me pregunté por que no me había arrancado la ropa nada mas cruzar su puerta.
No daba pie con bola, no buscaba satisfacerme de otra manera ni compensar esa falta de equilibrio con su cuerpo y el mio, solo quería que yo lo satisfaciera a él, y eso me propuse, quedarme hasta el final y sentirme orgullosa de que una mujer como yo, con mi cuerpo, había podido conseguir satisfacer a un hombre.
Ahora lo pienso y me siento estúpida, ese hombre no se merecía mi esfuerzo y mi atención, no fue sincero, no supo apagar el fuego que él mismo había iniciado y no, no sabia follar, tamaños a parte.
Lo mas surrealista es que después de esa noche, después de casi un mes de coqueteo y calentones, me dejó de hablar.
No hay que fiarse de las apariencias,el tamaño no es importante, importa todo lo demás, pero si encontráis a alguien que carece de ambos, huid lo más rápido posible y… ¡¡bebed el vino con vuestras amigas!!